Al llegar al final del año, como todo ciclo que termina, nos invita a la reflexión, a tratar de recordar qué momentos han sido verdaderamente significativos. 2020 ha sido un año extraordinario desde esta perspectiva. Muy distinto al que nos imaginábamos a nivel individual y como sociedad.
La pandemia del coronavirus ha trastocado nuestras vidas -en mayor o menor medida- haciéndonos parar, reflexionar, tomar decisiones y actuar para adaptarnos a la nueva realidad que tenemos por delante.
El confinamiento y el aislamiento que soportamos durante varios meses nos llevaron a experimentar un sinfín de emociones intensas y, a veces, contradictorias –a modo de montaña rusa. Todo esto, sin duda alguna, ha dejado huella tanto en nosotros como personas, en los grupos familiares, entornos profesionales y en la sociedad en su conjunto…
Ha desgarrado hogares con innumerables pérdidas humanas. ¡Pero también ha mostrado la solidaridad y generosa entrega de los trabajadores de la salud, dando todo por cada paciente que cuidaban!
Ha cerrado negocios, pero han surgido algunas oportunidades. Ha facilitado reencuentros muy esperados. Ha dado luz a la esperanza para recuperar la vida normal con la llegada de las vacunas.
Imposible hacer un balance que contenga tantas realidades enfrentadas…
Hemos aprendido y asumido con responsabilidad que, para seguir adelante, teníamos que cambiar nuestras actitudes y nuestro modo de relacionarnos con familiares, amistades y entornos profesionales.
Hemos sentido que esta pandemia nos ha vuelto vulnerables y frágiles en muchos aspectos… y hemos continuado adelante con decisión y valentía empujados por el instinto de supervivencia. La resiliencia ha sido de nuevo -y lo seguirá siendo- nuestra mejor guía para fortalecernos ante desafíos y adversidades como las que vivimos.
Se han iniciado ya las primeras vacunaciones. Todo un horizonte de esperanza dentro de la incertidumbre en la que tendremos que seguir viviendo un tiempo más.
Un año que ha dejado una profunda huella en mí. Y creo que también en todos.
Quiero cerrar este balance de 2020 con gratitud por este año lleno de aprendizajes –algunos difíciles- y con esperanza en nuevos horizontes de crecimiento como Humanidad.
Mis mejores deseos de Salud, Prosperidad, Amor, Solidaridad…para este 2021 que tan cerca está ya.
La fragilidad humana ha quedado en evidencia con la pandemia.
Vivimos tiempos en los que pensamientos y emociones de vulnerabilidad están presentes en todos los países, en sus organizaciones, equipos y, por consecuencia, en una gran parte de las personas.
Ante esta inquietante situación, la neurociencia nos aporta algunas claves para entender cómo funciona nuestro cerebro ante la incertidumbre.
Webinar “Habilidades de neuroliderazgo para comunicar en la incertidumbre”
La realidad mundial ha cambiado para todos. Estamos en grave riesgo ante un “enemigo invisible“ que avanza diezmando población y economía, entre otros efectos.
¿Cómo liderar nuestra vida y a los equipos en estos tiempos?
¿Qué habilidades personales y de comunicación son necesarias en esta nueva realidad?
¿Qué y cómo comunicar en estas circunstancias de cambio constante?
El estudio de nuestro cerebro a través de los sistemas instintivo, emocional y prefrontal nos ayuda a comprender mejor nuestras reacciones –pensamientos, emociones y acciones- a todos los niveles, desde el instinto de supervivencia hasta la motivación y gestión de estrategias, llegando así a entender el vaivén emocional, la necesidad de relaciones familiares y sociales sostenidas por valores y el proceso de aprendizaje y adaptación al cambio para superar el inmenso desafío que tenemos por delante.
El liderazgo personal –entendido como “neuroliderazgo” bajo esta mirada de la neurociencia- es primordial ante estas circunstancias para desarrollar habilidades como la gestión emocional adecuada, la escucha activa, el pensamiento crítico, la creatividad y la innovación.
Todo ello contribuirá, sin duda, a un mejor liderazgo Dircom basado en la ética y los valores, con actitud empática, siendo gestor de la incertidumbre comunicacional y la reputación de marca, desarrollando la inteligencia emocional y guiado por un espíritu de aprendizaje continuo y adaptación a la realidad incierta y cambiante.
Tras este recorrido para identificar las características del neuroliderazgo, enriquecido por y el diálogo generado entre los diferentes participantes en el webinar llegamos a la habilidad esencial para estos tiempos: la resiliencia. Sin duda alguna, la especie humana ha superado dramáticos desafíos desde la prehistoria hasta los tiempos actuales.
Confiemos que, a pesar de que la única certeza en este tiempo presente es la incertidumbre, recurriendo a valores como la responsabilidad y el esfuerzo colectivo, entre otros, cada uno de nosotros como líder en su espacio de actuación, ayudará a una mejor proyección del futuro. Creo que así podremos recuperar la normalidad y vivir con felicidad en este nuevo mundo.
Imágenes del webinar Habilidades de neuroliderazgo para comunicar en la incertidumbre. Maestría en Gestión de las Comunicaciones GesCom – UCES Argentina
Estamos viviendo circunstancias extraordinarias que nunca antes habían
existido a nivel mundial. La vulnerabilidad y la fragilidad de la vida humana
ante la pandemia han quedado expuestas de manera muy clara. Además, en
muchísimos casos, de forma muy dolorosa con la pérdida de seres queridos y la
imposibilidad de una despedida adecuada para ese momento transcendental en la
vida.
La incertidumbre es la constante diaria. Algo
que, en realidad, siempre ha formado parte de la vida humana, pero que creíamos
«dominada» por una sensación de seguridad lograda en nuestros avances
tecnológicos, científicos, sociales, económicos… Nos hemos dado cuenta de que
esas certezas eran sólo “ilusión” y la realidad se ha encargado de revelar la
verdad.
Por primera
vez somos conscientes globalmente de que sólo tenemos el presente, el momento
actual. El pasado se fue y el futuro viene cargado de muchas incógnitas. Lo que
sí es cierto es que traerá una vida muy distinta a la que habíamos llevado
hasta ahora. Muchas cosas han cambiado y no seremos las mismas personas de
antes de entrar en cuarentena. De hecho,
muchas personas ya estamos cambiando nuestra actitud, la forma de pensar, la
manera de valorar la vida y lo que forma parte esencial de ella.
En este
período de encierro, confinamiento, cuarentena….cada uno lo llamará como
prefiera, tenemos la oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos con nuestras
virtudes y, también, con nuestras debilidades y mayores miedos. Personalmente,
lo considero como un tiempo de silencio e introspección.
Y, precisamente, en uno de estos momentos apareció un mensaje muy especial:“No es la felicidad la que nos hace agradecidos; es la gratitud la que nos hace felices” éstas fueron las palabras de David Steindl- Rast, monje austríaco benedictino de 94 años de edad, ¿hace unos años durante la charla TED “Want to be happy? Be grateful”
Para Steindl-Rast, la gratitud es una actitud y una forma de vida esencial para ser felices. Ser conscientes del momento presente, centrándonos en la palabra “presente” también como regalo. Un inmenso regalo que ahora contiene la oportunidad de mirar nuestras vidas con ojos distintos.
Y menciona otra dimensión añadida: el aprecio hacia lo que
es valioso para nosotros y se nos da gratuitamente. La gratitud aparece de
forma espontánea y con ella viene la felicidad.
La clave de la felicidad no está en un solo momento de
gratitud, sino en mantener la experiencia vital consciente en todo momento,
independientemente de las circunstancias que estemos atravesando. Por duras que
sean, siempre habrá un resquicio de luz y de esperanza que impulsará a seguir
adelante. No tenemos seguridad sobre si habrá otros momentos. La única certeza
es sólo el momento actual, el presente, el aquí y ahora. Ahí se encuentra la
llave principal de la gratitud y la felicidad.
En momentos de extrema dificultad como éstos tenemos el
inmenso desafío de encontrar la oportunidad para superarlos y aprender algo que
entraña dolor en el propio aprendizaje, como la resiliencia, la paciencia…y también
la gratitud por la vida y la salud.
¿Qué método podemos seguir para ser agradecidos y felices?
Si nos
guiamos por Steindl-Rast y seguimos sus consejos, existen tres pasos:
Parar
Mirar
Hacer
Desde luego
que el primer paso lo hemos dado a nivel mundial, Parar. El ritmo habitual, la vida tan apresurada que teníamos se ha
desvanecido. Han parado muchas industrias, los viajes, las actividades colectivas,
los desplazamientos y embotellamientos diarios de tráfico. Perdíamos
oportunidades a cada instante de valorar todo lo esencial e importante que
tenemos.
El siguiente
paso consiste en Mirar. Prestar
atención plena a lo que teníamos y no disfrutábamos. También la oportunidad
para hacer felices a los demás. Esto lo estamos aprendiendo ahora. Cuanto más
aislados físicamente estamos, más necesidad tenemos de los demás y más
necesidad tenemos de seguir formando parte de nuestra familia, las amistades,
el entorno profesional.
Por último, Hacer. Una vez que nos hemos dado
cuenta de que nuestra felicidad también depende de los demás, damos el paso
hacia adelante y actuamos. De ahí todas las iniciativas solidarias que están
llevando a cabo empresas, organizaciones de todo tipo y la sociedad civil en
todo el mundo.
Fruto también
de los pasos anteriores surge la creatividad y la innovación por reinventarse,
cambiar la producción habitual de algunas empresas por otra que colabore en la
salud y protección de todos, al menos mientras dure esta situación tan
apremiante para la vida y la supervivencia.
Todo este
intenso cambio de conciencia ante lo que estamos viviendo ya ha empezado a
cambiar el mundo, algo que señalaba Steindl-Rast en su charla de 2013.
Desde luego
nos queda mucho que aprender y saber, pero lo que sí es cierto es que ya hemos
cambiado nuestra actitud desde que se inició la cuarentena. Nuestra escala de
valores y de conceptos a los que dábamos prioridad probablemente haya cambiado
y nos sintamos cada día mucho más agradecidos por la salud, la vida, nuestros
seres queridos, nuestros hogares….y muchas otras cosas que antes no habíamos
dado importancia.
Sin duda,
estamos siendo más agradecidos, el mundo está cambiando hacia la gratitud y
¿por qué no?… hacia una nueva mirada de la felicidad.
Imágenes de Daiga Ellaby –
Unsplash y video charla TED Want to be happy? Be grateful
La confianza en una persona, en un país,
empresa o institución es un activo intangible de gran calado en cuanto a su
influencia y valor social con repercusión a nivel económico.
Entre las definiciones de confianza que muestra el diccionario de la RAE encontramos una que dice: “la esperanza firme que se tiene de alguien o algo”.
¿Y, cómo podemos valorar la confianza en relación con la
esperanza?
Ambos conceptos en sí
son abstractos e intangibles. Lo que no cabe duda, en mi opinión, es que en
esta relación no existen demasiados matices intermedios. O tenemos confianza en alguien o algo o no la
tenemos.
¿Qué elementos confluyen para
que tengamos o no confianza?
Claramente dos: razón y emoción.
Desde la perspectiva de
la sociología, así como desde enfoques filosóficos y psicológicos, se considera
la confianza como creencia u opinión sobre una persona o institución, que nos
indica que serán capaces de obrar de manera adecuada ante determinadas
circunstancias. Es decir, buscamos argumentación racional que valide aspectos
emocionales.
Desde hace unos años
estamos asistiendo a una perdida generalizada de confianza en los gobernantes,
los líderes políticos, las instituciones y las empresas. Factores como la falta
de escrúpulos, la ambición desmedida, la corrupción, la crisis económica, los
recortes y las estrategias cortoplacistas de rendimientos grupales y económicos
a toda costa, sin considerar el bienestar
general y sostenible explican, entre otras razones, que la confianza, ese valor
intangible tan importante para las relaciones humanas y sociales a todos los
niveles, se esté perdiendo a pasos agigantados.
A escala mundial y
nacional, la falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace por
parte de gobiernos, partidos políticos, empresas y otros tipos de instituciones
es de tal magnitud que ciudadanos, consumidores, clientes, empleados y usuarios
estamos desarrollando emociones como enfado, apatía, incredulidad.
En definitiva… ¡¡¡desconexión!!!
El impacto creciente
de las redes sociales en la generación de tendencias de opinión y hábitos de
actuación en la población ha hecho que cada vez más las organizaciones
–públicas y privadas- mencionen la confianza en sus mensajes. El problema real
de la falta de confianza es que las actuaciones y hechos políticos y
empresariales van por un lado y la comunicación va por otro.
Según el informe KPMG de Tendencias en 2017 los activos intangibles suponían un 80% del valor de las empresas cotizadas. Aspectos como la innovación o la reputación constituyen elementos clave frente a la importancia dada a los activos tangibles, físicos y financieros.
Ahora bien, la
confianza no se crea de forma instantánea, sino que debe construirse paso a paso
sobre bases muy sólidas, coherentes y sostenidas en el tiempo.
La confianza es muy difícil de ganar. Sin embargo, es muy
fácil de perder.
¿Qué ha ocurrido para que la confianza sea un valor cada
vez más en alza?
Por algo tan simple
como es la ley de oferta y demanda.
El índice de agilidad competitiva elaborado por Accenture en 2018 para medir la confianza refleja claramente que es un componente clave. Tras analizar más de 7.000 empresas durante más de dos años, se observó que más de la mitad tuvo una pérdida relevante de confianza, lo que supuso una caída de 2 puntos en dicho índice o el equivalente medio de un 5,8% en el crecimiento de los ingresos.
Vídeo de Accenture España
La gestión de la
confianza, según Accenture, debe formar parte de la estrategia de negocio
basada en los siguientes pasos:
Medir el nivel de confianza de la
empresa, es decir, trasladar las opiniones a cifras.
Hacer de la confianza un cimiento
cultural empresarial a todos los niveles desde los altos cargos directivos.
Considerar la confianza como ventaja
competitiva sostenida a medio y largo plazo, frente a políticas cortoplacistas
que ponen en peligro el crecimiento.
En definitiva, la
gestión de la confianza y de la reputación se basa en un marco ético y real de
valores humanos. Se trata de sembrar y mantener actitudes honestas con foco
sostenido en el crecimiento y bienestar general a medio y largo plazo no sólo
en las empresas, sino en el resto de instituciones de la sociedad, gobiernos,
partidos políticos, …..
El cerebro está intacto, mantiene las funciones cognitivas, pero el cuerpo no recibe las órdenes debido a lo que se conoce como “locked in syndrom” o “síndrome del cautiverio”. Se trata de un derrame cerebral, concretamente en el bulbo raquídeo que provoca que el cerebro y el cuerpo no puedan comunicarse.
Las graves lesiones en el tronco cerebral interrumpen las conexiones entre
el cerebro y el cuerpo, paralizando los movimientos voluntarios. Sólo puede existir,
a veces, un último resquicio de los movimientos reticulares. La persona queda así
encerrada dentro de un cuerpo que no responde a su propia voluntad.
Esta es la sobrecogedora experiencia que vivió
Jean Dominique Bauby, un hombre famoso por su actividad en el periodismo y,
especialmente, por ser editor de la revista Elle.
La vida de Bauby sufrió una gran
transformación el 8 de diciembre de 1995 a raíz de un grave accidente cerebro
vascular que le sumió en un coma profundo. Al despertar, semanas más tarde, su
cuerpo estaba totalmente paralizado: no podía moverse, comer, ni tragar por sí
mismo. Pero sus facultades mentales seguían intactas.
Sus pensamientos, recuerdos, emociones y vivencias
interiores le mantuvieron totalmente consciente de la nueva realidad y de todo
lo que sucedió en esa última etapa de su vida en el hospital de Berck, próximo
a París.
Podía ver, oír,
comprender, recordar, emocionarse, imaginar, pensar, pero no podía hablar ni
escribir. Su único “medio de comunicación” con el exterior era su ojo
izquierdo. A través de parpadeos logró comunicarse con algunas de las personas
que estuvieron con él en esos momentos tan duros.
De esas extrañas conversaciones -mediante parpadeos y seleccionando letra a letra para formar palabras-, surgió el libro Le Scaphandre et le Papillon, en español “La escafandra y la mariposa”. Bauby comparte su intenso mundo interior… Pensamientos, reflexiones, angustias y confesiones quedaron impresas en sus páginas.
Sobrellevó su asfixiante parálisis dejando volar su imaginación:
se veía encerrado dentro de una escafandra de buceador, mientras que su mente y
su memoria eran la mariposa que volaba en libertad, alcanzando horizontes más
allá de lo real.
Con este titánico esfuerzo y una admirable tenacidad
y espíritu de superación, Bauby rompió su muro de silencio, se sobrepuso a la compasión
propia y de los demás. Logró que sus reflexiones no quedaran sólo para él, sino
que encontró el modo de compartirlas con todos los demás, escapando de su
“prisión” y ampliando los límites físicos de su dimensión humana.
Murió poco después de saber que su libro, publicado en 1997, se convirtiera en un gran éxito de ventas que fue versionado por el director de cine Julian Schnabel en The diving bell and the butterfly. This isn`t the end .
Imagen de J.D.
con sus hijos. The Independent
“Una
carrera cuyo resultado se conoce… las oportunidades que no has querido
aprovechar, los momentos de felicidad que has dejado escapar…” son algunas reflexiones
que nos deja Bauby en el mayor viaje –a su mundo interior- que realizó durante
su vida estando inmóvil.
Píldoras de inspiración finaliza la octava temporada de enComunicación con la historia de una joven fuerte y con coraje que no sólo salió adelante en su precaria situación personal, sino que, con su perseverancia, también quiere lograr que todos los niños y niñas tengan acceso a la educación, incluso en las peores circunstancias.
Ella es Muzoon Almellahan, refugiada siria en Newcastle. Tiene 20 años y es la embajadora más joven de Buena Voluntad de UNICEF. Además, es muy buena amiga de Malala Yousafai, Premio Nobel de la Paz en 2014.
Muzoon iba a la
escuela en su ciudad natal de Siria hasta que en 2013 las condiciones se
pusieron cada vez más peligrosas por el recrudecimiento de la guerra. Las
bombas eran continuas y pensaba que en cualquier momento podían morir.
Al año siguiente la
familia de Muzoon no tuvo más remedio que recoger algunas escasas pertenencias
y huir a los campos de refugiados en Jordania.
El padre les dijo que
llevaran en la maleta sólo lo más importante.
Y ¿qué hizo entonces
nuestra protagonista?
¡Eligió llevar los
libros de la escuela!
Para ella eran su
tesoro más valioso…
En las míseras condiciones de vida en los campos de refugiados, su obsesión era ir a la escuela y seguir aprendiendo. Su máxima ha sido siempre que “la educación es clave para tener la vida que deseas y convertirte en quien tú quieres. Si no, puedes perderte a ti misma”, dice constantemente en las charlas TED y numerosas entrevistas que ha realizado.
No sólo insistía en
ir ella a la escuela, sino que iba tienda por tienda animando a que los demás
niños y niñas fueran también. Algunos le hacían caso, otros no…la desmotivación
era muy grande.
Precisamente en uno de esos campos jordanos conoció a Malala. Ambas jóvenes son incansables luchadoras por los derechos de la educación infantil, especialmente en el caso de las niñas.
Cabe destacar también que en los campos de refugiados se producen
muchos casos de matrimonios tempranos de niñas con 12 y 13 años….y tienen que
dejar la escuela. Según las familias, es la mejor forma de protegerlas de la
pobreza y la violencia.
Muzoon piensa que, si las niñas no estudian, nada ni nadie puede
protegerlas.
Según datos de UNICEF, las niñas afectadas por conflictos son 2,5 veces más propensas a quedar fuera de la escuela que los niños.
Se estima que hay
25 millones niños de primaria y secundaria sin escolarizar en zonas en
conflicto. De los niños refugiados, sólo la mitad están inscritos en la escuela
primaria y menos de un cuarto están matriculados en la escuela secundaria.
Muzoon, al igual que Malala, sabe lo que es empezar una
vida de cero, huir del más crudo horror y dedicar su vida a una causa tan noble
como es la educación infantil para todos los niños del mundo.
Segura de sí misma, con una voz potente y
llena de valores humanos no sólo para el presente, sino para el futuro mejor de
su país y del mundo a través de la infancia y la educación, así es esta joven
refugiada siria.
Malala y Muzoon son dos jóvenes llenas de
ideales, de optimismo y, a la vez, dotadas de una gran fuerza de voluntad,
iniciativa y coraje.
Sus historias de vida son una luz en medio de
la tristeza de un mundo que se debate entre las atrocidades de las guerras y el
egoísmo de los que sólo miran su propio y exclusivo beneficio personal…
Estamos, sin duda alguna, ante jóvenes líderes
referentes, capaces de vencer la indiferencia social y decididas a protagonizar
grandes cambios que marcarán para bien la vida de millones de niños y niñas.
Para acabar y mantener alta la inspiración que ha guiado esta sección, comparto estas palabras de Muzoon ….
Su historia tiene grandes elementos para
inspirar a los demás. No sólo por lo que logró para él y su familia, sino por
el beneficio que consiguió para su comunidad.
Este joven nació en una familia pobre, cuyo
principal medio de subsistencia era la agricultura. Con ello comían y generaban
unos ingresos para que William pudiese ir a la escuela.
Sin embargo, diferentes problemas climatológicos
causaron una gran sequía cuyas primeras consecuencias fueron una hambruna
generalizada en el país y muchas muertes. En el caso de la familia de William
sólo podían comer una vez al día.
Los padres ya no podían pagar la escuela. William
para seguir aprendiendo, pasaba horas en la biblioteca de su pueblo. Ni
siquiera tenía ordenador ni mucho menos acceso a internet.
Al igual que Kelvin Doe, nuestro protagonista empezó a interesarse por la electrónica. No entendía el inglés de los textos, pero se quedaba con la información que aparecía en los gráficos y dibujos de los libros. Autodidacta e innovador por obligación, experimentó y creó una turbina para suministrar energía a algunos aparatos domésticos.
De ahí pasó a construir un molino de viento
para bombear agua y generar electricidad. El agua suponía riego para los campos
y un arma muy eficaz contra la hambruna.
¿Cómo
lo consiguió?
Fue a un almacén de chatarra y construyó un
molino de viento con un ventilador de tractor, un amortiguador, tubos de PVC,
una bicicleta y un dínamo…. Y más piezas de ese estilo.
Al principio todos, incluso su madre, le
decían que estaba loco. Después, cuando vieron los beneficios del molino se entusiasmaron
¡!y mucho!!!
Esta construcción llamó la atención de los
granjeros y periodistas locales. El camino a la fama de William empezó a tomar
forma…
La noticia se expandió y le invitaron a participar en el evento TED Global de Arusha. Cuando William recuerda esa primera charla, menciona que, estaba muy nervioso, olvidó el poco inglés que sabía y lo único que pudo decir fue “Lo intenté, lo conseguí”.
Pero, a pesar de su nerviosismo, consiguió que
varias personas financiaran su educación y le respaldaran para seguir adelante
con sus proyectos de mejora de las condiciones de vida de su comunidad.
En 2013 la revista TIME le consideró como una de las “30 personas menores de 30 años que cambiaron el mundo”.
Una vez pasada la oleada mediática, William continúa
sus esfuerzos para ayudar a los demás a través de diferentes organizaciones,
especialmente en su localidad natal:
Ahora, en la escuela de educación primaria
disponen de paneles solares y sencillas tablets para cada niño. En la escuela
de secundaria, además poseen una red local de ordenadores que almacena la
información académica dentro de una especie de biblioteca digital. Así, los
estudiantes no necesitan conectarse on line, sino que pueden acceder a la red a
través de un router.
También participó en el desarrollo de un
proyecto de biogás, a partir del estiércol de vaca. Y enseñó a los granjeros
cómo arreglar los pozos de agua para evitar la aparición de enfermedades por la
falta de mantenimiento.
Su Fundación “Proyecto
Molinos de Viento” ya celebra su décimo aniversario.
Netflix tiene disponible
desde marzo la serie donde cuenta la historia de este joven valiente, innovador
y con coraje para salir adelante en las peores circunstancias.
Sin duda, un gran ejemplo de inspiración …
Por último, quiero resaltar el consejo que William dio en su charla TED Oxford a todas aquellas personas que persiguen sus sueños y que soportan dificultades de todo tipo:
“Confíen en sí mismos y crean. No importa lo que pase. ¡No se rindan!”
Encontrar noticias positivas siempre nos
alegra el día… en especial aquellas que
transmiten valores humanos, idealismo, juventud, ingenio y solidaridad.
Entraron en contacto con la organización HelpApp. Una ONG que ofrece una plataforma tecnológica para que las personas se apunten a servicios de voluntariado. Funciona como una aplicación que agrupa hasta 170 ONG’s distintas.
Antes de su llegada a un pueblito ugandés, en las
escuelas de la zona tenían que hervir agua del pantano próximo para dar de
beber a los 900 niños que iban a clase. Esto era totalmente insuficiente y poco
seguro para la salud.
Esta situación las impresionó profundamente y
buscaron una solución que estuviera a su alcance para mejorar las condiciones
de salud de esos niños.
Al final, lograron organizar una instalación
de purificación y potabilización de agua, a la que conectaron los grifos y
fregaderos que montaron en las escuelas.
Pero su ayuda no quedó sólo en proporcionar
agua potable en esa zona, sino que organizaron una campaña en redes sociales
para recaudar fondos y poder comprar ropa y zapatos para todos los niños de la
zona.
Esta experiencia con condiciones de vida de
extremas necesidades les dejó huella. Selda y Mayes están totalmente
convencidas de volver a Uganda y seguir ayudando en mayor escala de la que han
hecho hasta ahora.
Para ellas, como para muchos de nosotros que
gozamos de un buen estándar de calidad de vida, es absolutamente normal abrir
un grifo y que corra el agua, que nos podamos duchar todos los días, tener ropa
y zapatos, electricidad, internet… etc.
Pero sabemos que esto no es así para una
importante cantidad de personas que no ha tenido la suerte de nacer en el
“lugar” adecuado.
En varias píldoras he analizado la solidaridad
de jóvenes de diversas partes del mundo, como en este caso hacen Selda y Mayes.
Esto me ha llevado a indagar más sobre las
posibles causas que llevan a estos jóvenes a tomar un rol decidido en la mejora
de condiciones de vida para los demás.
Normalmente, las nociones “generales” que
tenemos sobre la llamada generación Z la describen por su carácter de nativos
digitales que basan sus relaciones personales principalmente en el mundo virtual,
se rigen por influencers y su conectividad a internet es completa y en todo
momento.
Evidentemente estas “etiquetas” no encajan en la actitud ni en las acciones que he comentado sobre jóvenes voluntarios y emprendedores como Guillermo y Gino, Mateo o Kelvin.
¿Qué
razones llevan a los jóvenes a ofrecer su tiempo y sus capacidades?
Existen muchas, pero en líneas generales son
idealismo, esperanza en construir un mundo mejor al actual, tener conocimientos
para su futuro laboral, estar ocupados de forma positiva y contribuyendo a la
sociedad. Se sienten muy implicados en conseguir cambios positivos, ser
escuchados, tomar parte en las decisiones…
También este informe dice: “El voluntariado abre caminos donde no hay carreteras. Organiza donde no hay estructuras. Aporta recursos y capacidades sin saber de dónde llegarán”
Ante los enormes desafíos a los que como sociedad
nos enfrentamos… se abre una ventana de esperanza para alcanzar un mundo mejor,
al menos mientras jóvenes idealistas como Selda y Mayes continúen extendiendo
su labor solidaria, más allá de las fronteras del confort por haber nacido en
países prósperos.
En Píldoras de inspiración comentamos la historia de un niño prodigio que, con apenas quince años y a partir de piezas de aparatos electrónicos desechados, diseñó un generador eléctrico que mejoró mucho las condiciones de vida en un barrio de Freetown, Sierra Leona.
Este joven africano de 23 años vivió en un ambiente de fama asfixiante y escapó de la maraña de adulación y compromisos del éxito para reorientar su vida.
Kelvin Doe – Youtube
Kelvin Doe nació en Sierra Leona y saltó a la fama alrededor de 2010. Hijo de una familia muy pobre recogía utensilios electrónicos desechados en los vertederos con los que pudo hacer un generador eléctrico para ayudar al poblado donde vivía. Su interés por estos aparatos y la búsqueda en libros le permitió montar su propia emisora de radio… ¡¡¡cuando tenía tan sólo 15 años!!!
Conocido como DJ
Focus, emitía sus canciones favoritas y partidos de futbol.
Fue invitado a
participar en el Programa de estudiantes visitantes del MIT, a dar una charla
TED en Harvard, creó una empresa para construir paneles solares con wifi que
llevaran internet y electricidad a los poblados de Sierra Leona, se reunió con varios
políticos de renombre internacional, recibió premios….
La fama de este chico prodigio se viralizó hasta que sintió que eso lo asfixiaba y le condicionaba su propia vida. Decidió entonces… “desaparecer”
Como Kelvin contaba el año pasado en una entrevista para un canal de TV (KTVSL) de su país, desde que tenía 18 años sentía que vivía aprisionado, sin timón y empujado de un proyecto a otro. Todo sonaba grande y muy bonito, también seguramente estaría basado en las mejores intenciones… pero parecía que condenado al fracaso desde el inicio. Aquella atmósfera era una mezcla de mito, realidad y mucha confusión para él.
De hecho, llegó a
sentirse utilizado por su alto perfil mediático para vincular su caso personal con
cuestiones políticas relacionadas con la mejora de la educación en África.
Decidió vivir en
Toronto para conseguir una mejor educación que le ayudara en su futuro. Si no
la conseguía, según él mismo decía, sólo sería un chico que encajaba piezas
electrónicas con cinta adhesiva en un garaje. Su éxito sería fugaz y no tendría
un futuro relevante ni podría ayudar a nadie.
Afortunadamente,
Kelvin encontró un buen equipo de mentores en Canadá que le ayudaron a encontrarse a sí mismo, gestionar sus
finanzas, volver a sentirse una persona “normal”. También le facilitaron algo
de dinero para sus estudios en la universidad.
Hace menos de un año
Kelvin estaba preocupado por cómo podría afrontar los gastos de su formación
universitaria, enviarle algo de dinero a su madre y continuar su propio
emprendimiento para innovar e inventar objetos adecuados que ayudaran a los
pobres de Sierra Leona. Buscaba apoyo de personas u organizaciones que
quisieran hacer las cosas bien cuando “nadie miraba”. Aquellos que no querían
nada de él, a excepción de poner el foco en su educación primero y quisieran lo
mejor para este joven estudiante y su país.
Y ¡!lo consiguió!!
Ahora está más cerca de hacer realidad sus sueños.
Sin duda alguna, el
ejemplo de Kelvin es inspirador desde varias perspectivas, no sólo por su
habilidad creativa e innovadora, sino también por su humildad y la solidaridad
con la que ayuda a la población de su país a mejorar sus condiciones de vida al
facilitarles el acceso a electricidad e internet… Pero, muy especialmente por
haber encontrado el sentido a su vida a tan joven edad, tener esa especie de
“brújula interior” que le ayudó a desprenderse de la “burbuja” de la fama y reencontrar
el camino para lograr sus objetivos iniciales.
En la pasada Píldora de inspiración hablamos sobre el fracaso como la frustración por no alcanzar un objetivo o no lograr un desempeño acorde con determinadas expectativas. La percepción del fracaso está condicionada por diferentes estándares, valores o sistemas de pensamientos por los que nos guiamos. Por eso, un fracaso para una persona puede ser una gran experiencia de aprendizaje para otra.
En nuestra sociedad estamos acostumbrados a hablar sobre “casos de éxito” o “personas de éxito”. Pero esto ¿siempre es así?
Nos molesta hablar de
fracasos y mucho más aún de miedo al fracaso. Sin embargo, ocultar algo que no
nos gusta no ayuda a resolverlo. Es bueno ponerlo encima de la mesa para
analizarlo y encontrar las claves para su superación.
Primero tenemos que conocer
las posibles causas del miedo al fracaso:
La excesiva crítica o falta de
comprensión por parte de los padres durante la infancia puede acarrear estos
sentimientos negativos a la etapa adulta
La experiencia de algún momento
traumático en nuestra vida puede hacer que este miedo se mantenga durante años
También una baja autoestima por
compararnos con los demás, preocuparnos excesivamente, enfocarnos en lo negativo
o ceder a los deseos de los otros pueden ser motivos de este tipo de miedo
Ahora bien, tan
importante como saber las posibles causas es poder identificar las señales que
marcan ese miedo para gestionarlo de forma adecuada.
¿Cómo lo
identificamos?
Reticencia a probar nuevas formas
de hacer las cosas o afrontar proyectos desafiantes
Auto sabotaje y excesiva ansiedad
Diálogo interior con pensamientos
negativos sobre sí mismo
Exceso de perfeccionismo
En todo lo que hacemos
existe siempre una probabilidad de fallo. Afrontarlo y aceptarlo como tal no es
sólo una prueba de coraje, sino también es toda una actitud positiva que nos
permite una vida más plena y gratificante.
¿Qué podemos hacer
para gestionar el miedo al fracaso y minimizar sus efectos?
Analizar los posibles escenarios,
incluso el peor, y los resultados que podríamos tener en cada uno de ellos
Pensar en positivo para aumentar
la autoestima y vencer el auto sabotaje
Tener un plan “B” para ganar confianza
y anticiparnos al miedo ante la incertidumbre
Establecer metas pequeñas y
alcanzables que impulsen a la acción y a elevar también la confianza en uno
mismo.
Visualizar cómo nos sentiríamos,
qué pensaríamos habiendo vencido ese miedo
John Caunt -en su
libro “Eleve su autoestima”- propone algunas técnicas para fortalecer nuestra
mente y nuestra actitud hacia el fracaso, entre las que destacan:
Reconocer y hacer un listado de
nuestras cualidades positivas
Relacionarnos con personas
positivas
Aceptar lo que no podemos cambiar
Dejar de compararnos con los demás
Saber decir “no”
Todos hemos tropezado
y tropezaremos a lo largo de nuestra vida. Hemos tomado y seguiremos tomando
decisiones equivocadas. Pero eso no significa que debemos pararnos… Es muy
importante pensar en todas las oportunidades que perderíamos si permitimos que
los fracasos y las caídas nos detengan.
No somos víctimas de
las circunstancias, sino responsables de nuestras decisiones y acciones.
Tenemos la libertad de elegir cómo pensar y qué actitud tomar.
Podemos elegir ver el
fracaso como el fin del mundo o, por el contrario, elegir ver el fracaso como
una experiencia de aprendizaje, como una lección muy importante para nuestro
crecimiento y para evitar caer en el mismo error de nuevo.