“El ordenador” de nuestra mente

Imagen de Geralt
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En la última sesión de Coaching para ti de la sexta temporada de enComunicación hablamos de un tercer elemento de la mente: el “ordenador”, como lo llama Steve Peters en su libro “La paradoja del chimpancé”.

Cuando nacemos, lo traemos vacío. Con el paso del tiempo tanto nuestro “chimpancé” como nuestro “humano” irán introduciendo pensamientos y conductas, como si fueran los archivos en el disco duro.

En este “ordenador” existen cuatro elementos que influyen en su funcionamiento:

  • El piloto automático. Es el pensamiento o conducta positiva y útil. Ejemplo: vestirse, caminar, asearse, etc.
  • El duende. Pensamiento o conducta inútil o negativa que puede frustrarnos o enfadarnos a la hora de tomar decisiones. Ejemplo: pensar por anticipado las peores situaciones negativas.
  • El trasgo es como el duende, pero mucho más arraigado y muy difícil de suprimir. Peters cita las conductas y pensamientos que adquirimos desde niños y que a veces siguen entorpeciendo nuestra vida adulta. Por ejemplo, un trasgo que he observado en sesiones de coaching con algunos hombres que dicen “los hombres no lloran”. Cuando comienzan a emocionarse por algún suceso ocurrido, rápidamente reprimen esta emoción y dicen esta frase en voz alta.
  • La piedra de la vida está formada por los valores, creencias y conductas por las que la persona guía su vida. Son el marco conceptual sobre aspectos que identificamos como positivos o necesarios en nuestra vida: honestidad, confianza, libertad, …

Como podemos ver, el ordenador tiene un disco duro donde el chimpancé y el humano toman información para conformar sus decisiones.  De ahí la importancia que adquiere el “ordenador” para los procesos de coaching.

Lo primero que tenemos que hacer es identificar a los duendes, trabajarlos internamente y convertirlos en pilotos automáticos. Si el chimpancé y el humano encuentran datos constructivos al consultar el ordenador, los aceptarán y actuarán correctamente. En cambio, si lo que encuentran es un duende destructivo, la acción irá en consecuencia con esa línea de pensamiento.

Peters pone el caso de saber decir “no” para eliminar un duende y transformarlo en piloto automático:

El duende de una persona que dice “sí” a todo porque no quiere dar una imagen negativa, quiere caer bien a los demás, al final logrará que la persona se sobrecargue de obligaciones, trabajo y situaciones que la abruman. Esto hará que se sienta cada vez más enfadada consigo misma y con los demás.

Entonces, debemos sustituir ese duende por un pensamiento que sea más adecuado y útil, nacido desde dentro de cada persona. Ejemplo: “las personas respetan a las personas asertivas”.

Todo esto lleva su tiempo. El cambio no se produce de la noche a la mañana. Aquí cuenta la persistencia constante en cada momento que nos “asalte” un duende de estas características. Además, es muy importante que la persona encuentre sus propias “verdades”, es decir, sus pensamientos que le sirvan para reforzarlos de forma continua.  Sólo así quedarán grabadas en el ordenador.

A veces ocurre que aparecen varios duendes al mismo tiempo. Aquí no cabe otra opción que “separarlos”. Peters aconseja que los escribamos en un papel a medida que los vayamos identificando. Una vez hecho esto, se trata de “transformar” uno a uno cada duende basándose en la “verdad” adecuada para conseguir el piloto automático respectivo.

Algunos ejemplos de duendes y verdades pueden ser:

  • “Tengo que causar buena impresión” a transformar en una verdad como “Sólo puedo ser yo mismo. No tengo por qué caerle bien a todo el mundo”
  • “Me juzgarán” puede cambiarse en un piloto automático como “No puedo evitar que me juzguen, pero sí disfrutar de quien soy”

Animo a todas las personas para que reflexionen sobre las experiencias que tengan y cómo las interpretan. Tanto los pilotos automáticos como los duendes se introducen en el ordenador con cada experiencia, con los intercambios de opiniones y con las enseñanzas que recibimos.

Si valoramos esas experiencias como positivas, en el futuro serán respuestas automáticas que “el ordenador” de nuestra mente dará a situaciones similares, mientras que si son negativas, serán duendes que interferirán en la interpretación y vivencia de las mismas desatando nuevamente el conflicto entre “el chimpancé y el humano”.

 

La decisión es de cada persona.

Gestión de la incertidumbre

incertidumbre

En el programa EnComunicación de esta semana hemos hablado de la gestión de la incertidumbre porque el ser humano generalmente teme a lo desconocido.

Vivimos en un mundo global cada vez más complejo y acelerado. A través de nuestros dispositivos recibimos información de casi todas las partes del mundo de forma casi instantánea.

Los avances conseguidos en nuestra sociedad occidental y los aportes de la tecnología pueden llevarnos a pensar que tenemos el  control, ….pero nada más lejos de la realidad. Estamos, en mi opinión, en un proceso de cambio y transformación que no sólo es individual, sino que también lo vemos en otros entornos, como familiar, político, social, etc.

El cambio es una constante en la Naturaleza y en nuestras vidas. A veces este cambio es deseado, planificado y esperado. Nos convertimos en protagonistas activos del cambio.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando un cambio no deseado –de la naturaleza que sea- surge, muchas veces, de forma inesperada en nuestras vidas,  nuestra sociedad o en el mundo en que hemos vivido hasta el momento?

Lo que hasta ayer pensábamos y hacíamos, ya no nos sirve para este nuevo escenario.

De entrada, esta situación nos genera incertidumbre. Se abren grandes dudas sobre el presente y el futuro. Y esto se traduce,  generalmente, en temor, ansiedad y hasta desánimo.

Pero, una cosa es cierta: los cambios siempre han existido.

La diferencia ahora es la velocidad con que se producen.

Por supuesto, todos llevamos mal la incertidumbre. Nuestra mente quiere seguridad, como hablamos en la anterior sesión de Coaching para ti sobre la mente y las creencias.

El vacío nos asusta y eso hace que, a veces, elijamos la peor de las opciones como forma de aferrarnos a algo que creemos “seguro”…

Con todo lo anterior, ¿cómo podríamos gestionar esa incertidumbre que nos rodea?

  • mantener la calma, por difícil que parezca. La emoción nos atrapa, pero es necesario tomar distancia de esa situación. Nos asaltarán todo tipo de pensamientos –probables o no- sobre lo que será el futuro. De ahí que sea necesario controlar nuestra mente, a través de relajación, ejercicio físico, lectura, viajes….cada persona sabrá qué es lo que mejor le viene.
  • buscar indicadores racionales para definir la situación concreta que tenemos delante (personas, contexto, hipótesis de futuro, consecuencias, beneficios….)
  • asumir con serenidad los errores que podamos cometer al tratar de afrontar la nueva situación. Estaremos en un modo prueba-error, del que aprenderemos mucho más de lo que imaginamos.

La vida es incierta, mantenerla bajo control es imposible. No nos desgastemos en una lucha inútil. Se trata, en definitiva, de aceptar y aprender con los obstáculos, superar la adversidad y focalizar toda nuestra energía en alcanzar nuevos objetivos acordes con el contexto de cambio que nos toca vivir.

Recuerdo un discurso de Steve Jobs a los estudiantes de la universidad de Stanford, donde hacía repaso a su vida “conectando los puntos” de su pasado. Situaciones inciertas y muy desfavorables le habían llevado a fortalecer su espíritu de lucha y su vocación para lograr metas más allá de las contrariedades.

Hay muchas frases inspiradoras en este discurso. En esta ocasión me despido con “A veces la vida te va a golpear la cabeza con un ladrillo, pero no pierdas la fe”

Como es habitual también puede escucharse en el Canal de Ivoox http://encomunicacion.ivoox.com y en el Podcast de iTunes poniendo “encomunicacion” o descargarte el audio completo.

Puedes encontrar el resto de colaboraciones en la sección de Artículos de Anathenea o en la categoría de este blog.

 

Mente y creencias

“Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto” 

Henry Ford

cerebro

Desde las perspectivas de la neurociencia y del coaching, alcanzar nuestros objetivos –en la mayoría de los casos- depende mucho más de la actitud mental que de la propia capacidad.

En el programa EnComunicación de esta semana hablamos de las creencias y cómo funciona nuestra mente en la percepción de la realidad.

Lo primero a definir es ¿qué es una creencia? Según el diccionario de la RAE, las dos primeras definiciones corresponden a:

  • Firme asentimiento o conformidad con algo
  • Completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos

El enfoque de coaching señala que una creencia es una afirmación subjetiva que damos por cierta. No nos planteamos si es  verdad o no.

Estas ideas son el resultado de nuestras vivencias personales y/o colectivas según la cultura y la familia donde hayamos nacido o sido educados. Estas creencias quedan almacenadas en nuestra memoria consciente e inconsciente, y algunas de ellas pueden llegar a ser muy potentes.

Si observamos esto desde la neurociencia, encontramos que nuestros bancos de memoria se componen de redes neuronales que funcionan como un sistema de alertas. Nos “dicen” a qué acercarnos y de qué alejarnos. Serían el placer, entendido como acercamiento a algo, y el dolor, como huida de algo o agresión a algo.  Estas dos “fuerzas” determinan nuestro modo de ver la realidad.

El cerebro está preparado para hacer predicciones y considerarlas correctas, es una acción inmediata y permite reacciones instantáneas, entre ellas asegurar la supervivencia, en caso de sufrir un accidente, y acercarnos o alejarnos de algo en nuestra vida que nos produce felicidad o dolor. Pueden ser los hijos, la pareja, el trabajo, las amistades…..

En base a esto, las creencias producen certeza y en función de ellas vemos el mundo y hacemos en nuestro entorno.

Por ejemplo, si nuestros antepasados prehistóricos se hubieran detenido a pensar si un animal salvaje les podía o no atacar, la especie humana seguro que habría acabado pronto. De ahí que la certeza sea un elemento esencial para nuestra supervivencia: mejor huir de un eventual peligro que dudar de su potencial beneficio o perjuicio.

Siempre la tendencia de “huida” ante lo incierto y lo nuevo está en nuestra mente porque nos ayuda a evitar inconvenientes. De ahí que para conseguir nuestros objetivos tengamos que considerar esta situación y afrontarla. Si no es así,  siempre encontraremos “excusas” para no hacer algo.

Aquí es donde actúan lo que se denomina científicamente “cerebro reptiliano” y “cerebro mamífero”,  – los que tenemos en común con las demás especies animales-  haciendo que nos alejemos del “dolor”, entendido como esfuerzo cercano.

Por eso, salir de la zona de confort, hacer algo nuevo, siempre cuesta y a veces no sale bien desde el principio. Pero, gracias a la corteza cerebral con los lóbulos prefrontales –el lado racional de nuestro cerebro- logramos superar las dificultades para conseguir un “placer” futuro y lejano en el tiempo: nuestros objetivos.

Como es habitual también puede escucharse en el Canal de Ivoox http://encomunicacion.ivoox.com y en el Podcast de iTunes poniendo “encomunicacion” o descargarte el audio completo.

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