La gratitud como actitud de vida

Imagen de Daiga Ellaby - Unsplash

Estamos viviendo circunstancias extraordinarias que nunca antes habían existido a nivel mundial. La vulnerabilidad y la fragilidad de la vida humana ante la pandemia han quedado expuestas de manera muy clara. Además, en muchísimos casos, de forma muy dolorosa con la pérdida de seres queridos y la imposibilidad de una despedida adecuada para ese momento transcendental en la vida.

La incertidumbre es la constante diaria. Algo que, en realidad, siempre ha formado parte de la vida humana, pero que creíamos «dominada» por una sensación de seguridad lograda en nuestros avances tecnológicos, científicos, sociales, económicos… Nos hemos dado cuenta de que esas certezas eran sólo “ilusión” y la realidad se ha encargado de revelar la verdad.

Por primera vez somos conscientes globalmente de que sólo tenemos el presente, el momento actual. El pasado se fue y el futuro viene cargado de muchas incógnitas. Lo que sí es cierto es que traerá una vida muy distinta a la que habíamos llevado hasta ahora. Muchas cosas han cambiado y no seremos las mismas personas de antes de entrar en cuarentena.  De hecho, muchas personas ya estamos cambiando nuestra actitud, la forma de pensar, la manera de valorar la vida y lo que forma parte esencial de ella.

En este período de encierro, confinamiento, cuarentena….cada uno lo llamará como prefiera, tenemos la oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos con nuestras virtudes y, también, con nuestras debilidades y mayores miedos. Personalmente, lo considero como un tiempo de silencio e introspección.

Y, precisamente, en uno de estos momentos apareció un mensaje muy especial:“No es la felicidad la que nos hace agradecidos; es la gratitud la que nos hace felices” éstas fueron las palabras de David Steindl- Rast, monje austríaco benedictino de 94 años de edad, ¿hace unos años durante la charla TED “Want to be happy? Be grateful”

Para Steindl-Rast, la gratitud es una actitud y una forma de vida esencial para ser felices. Ser conscientes del momento presente, centrándonos en la palabra “presente” también como regalo. Un inmenso regalo que ahora contiene la oportunidad de mirar nuestras vidas con ojos distintos.

Y menciona otra dimensión añadida: el aprecio hacia lo que es valioso para nosotros y se nos da gratuitamente. La gratitud aparece de forma espontánea y con ella viene la felicidad.

La clave de la felicidad no está en un solo momento de gratitud, sino en mantener la experiencia vital consciente en todo momento, independientemente de las circunstancias que estemos atravesando. Por duras que sean, siempre habrá un resquicio de luz y de esperanza que impulsará a seguir adelante. No tenemos seguridad sobre si habrá otros momentos. La única certeza es sólo el momento actual, el presente, el aquí y ahora. Ahí se encuentra la llave principal de la gratitud y la felicidad.

En momentos de extrema dificultad como éstos tenemos el inmenso desafío de encontrar la oportunidad para superarlos y aprender algo que entraña dolor en el propio aprendizaje, como la resiliencia, la paciencia…y también la gratitud por la vida y la salud.

¿Qué método podemos seguir para ser agradecidos y felices?

Si nos guiamos por Steindl-Rast y seguimos sus consejos, existen tres pasos:

  • Parar
  • Mirar
  • Hacer

Desde luego que el primer paso lo hemos dado a nivel mundial, Parar. El ritmo habitual, la vida tan apresurada que teníamos se ha desvanecido. Han parado muchas industrias, los viajes, las actividades colectivas, los desplazamientos y embotellamientos diarios de tráfico. Perdíamos oportunidades a cada instante de valorar todo lo esencial e importante que tenemos.

El siguiente paso consiste en Mirar. Prestar atención plena a lo que teníamos y no disfrutábamos. También la oportunidad para hacer felices a los demás. Esto lo estamos aprendiendo ahora. Cuanto más aislados físicamente estamos, más necesidad tenemos de los demás y más necesidad tenemos de seguir formando parte de nuestra familia, las amistades, el entorno profesional.

Por último, Hacer. Una vez que nos hemos dado cuenta de que nuestra felicidad también depende de los demás, damos el paso hacia adelante y actuamos. De ahí todas las iniciativas solidarias que están llevando a cabo empresas, organizaciones de todo tipo y la sociedad civil en todo el mundo.

Fruto también de los pasos anteriores surge la creatividad y la innovación por reinventarse, cambiar la producción habitual de algunas empresas por otra que colabore en la salud y protección de todos, al menos mientras dure esta situación tan apremiante para la vida y la supervivencia.

Todo este intenso cambio de conciencia ante lo que estamos viviendo ya ha empezado a cambiar el mundo, algo que señalaba Steindl-Rast en su charla de 2013.

Desde luego nos queda mucho que aprender y saber, pero lo que sí es cierto es que ya hemos cambiado nuestra actitud desde que se inició la cuarentena. Nuestra escala de valores y de conceptos a los que dábamos prioridad probablemente haya cambiado y nos sintamos cada día mucho más agradecidos por la salud, la vida, nuestros seres queridos, nuestros hogares….y muchas otras cosas que antes no habíamos dado importancia.

Sin duda, estamos siendo más agradecidos, el mundo está cambiando hacia la gratitud y ¿por qué no?… hacia una nueva mirada de la felicidad.

Imágenes de Daiga Ellaby – Unsplash y video charla TED Want to be happy? Be grateful

El viaje interior de Jean Dominique Bauby

Imagen de Brignews.com

Querer comunicarse, moverse, comer y no poder …

El cerebro está intacto, mantiene las funciones cognitivas, pero el cuerpo no recibe las órdenes debido a lo que se conoce como “locked in syndrom” o “síndrome del cautiverio”. Se trata de un derrame cerebral, concretamente en el bulbo raquídeo que provoca que el cerebro y el cuerpo no puedan comunicarse.

Las graves lesiones en el tronco cerebral interrumpen las conexiones entre el cerebro y el cuerpo, paralizando los movimientos voluntarios. Sólo puede existir, a veces, un último resquicio de los movimientos reticulares. La persona queda así encerrada dentro de un cuerpo que no responde a su propia voluntad.

Esta es la sobrecogedora experiencia que vivió Jean Dominique Bauby, un hombre famoso por su actividad en el periodismo y, especialmente, por ser editor de la revista Elle.

La vida de Bauby sufrió una gran transformación el 8 de diciembre de 1995 a raíz de un grave accidente cerebro vascular que le sumió en un coma profundo. Al despertar, semanas más tarde, su cuerpo estaba totalmente paralizado: no podía moverse, comer, ni tragar por sí mismo. Pero sus facultades mentales seguían intactas.

Sus pensamientos, recuerdos, emociones y vivencias interiores le mantuvieron totalmente consciente de la nueva realidad y de todo lo que sucedió en esa última etapa de su vida en el hospital de Berck, próximo a París.

Podía ver, oír, comprender, recordar, emocionarse, imaginar, pensar, pero no podía hablar ni escribir. Su único “medio de comunicación” con el exterior era su ojo izquierdo. A través de parpadeos logró comunicarse con algunas de las personas que estuvieron con él en esos momentos tan duros.

De esas extrañas conversaciones -mediante parpadeos y seleccionando letra a letra para formar palabras-, surgió el libro Le Scaphandre et le Papillon, en español “La escafandra y la mariposa”.  Bauby comparte su intenso mundo interior… Pensamientos, reflexiones, angustias y confesiones quedaron impresas en sus páginas.

Sobrellevó su asfixiante parálisis dejando volar su imaginación: se veía encerrado dentro de una escafandra de buceador, mientras que su mente y su memoria eran la mariposa que volaba en libertad, alcanzando horizontes más allá de lo real.

Con este titánico esfuerzo y una admirable tenacidad y espíritu de superación, Bauby rompió su muro de silencio, se sobrepuso a la compasión propia y de los demás. Logró que sus reflexiones no quedaran sólo para él, sino que encontró el modo de compartirlas con todos los demás, escapando de su “prisión” y ampliando los límites físicos de su dimensión humana.

Murió poco después de saber que su libro, publicado en 1997, se convirtiera en un gran éxito de ventas que fue versionado por el director de cine Julian Schnabel en The diving bell and the butterfly. This isn`t the end .

Imagen de J.D. con sus hijos. The Independent

Imagen de J.D. con sus hijos. The Independent

“Una carrera cuyo resultado se conoce… las oportunidades que no has querido aprovechar, los momentos de felicidad que has dejado escapar…” son algunas reflexiones que nos deja Bauby en el mayor viaje –a su mundo interior- que realizó durante su vida estando inmóvil.

¿Qué es una buena vida?

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Esa es la pregunta que se hace Robert Waldinger, psiquiatra y profesor estadounidense en la Escuela de Medicina de Harvard, al inicio de una charla TED donde explicó algunas claves de la investigación más extendida en el tiempo realizada hasta ahora: el Estudio Harvard sobre el desarrollo adulto.

Tema muy interesante sobre cómo construir un vida llena de felicidad y bienestar del que hablé en la pasada Píldora de inspiración.

Waldinger es el director actual del proyecto, que tomó el relevo de sus predecesores de las décadas pasadas. La suerte y la perseverancia de varias generaciones de investigadores mantienen vivo, desde hace 80 años, este estudio.

¿En qué consiste?

Desde 1938 se han seguido y analizado las vidas de 724 hombres año tras año preguntándoles sobre su trabajo, modo de vida y salud. También les fueron realizando estudios médicos para analizar los factores habituales (tensión, colesterol, etc.) y específicos sobre la salud de su cerebro.

Hace unos pocos años, alrededor de 60 individuos de los 724 iniciales seguían vivos y participando en el estudio. ¡!Estamos hablando de personas de 90 años!!

La investigación partió dividiendo en dos grupos a estos individuos. El primero de ellos, jóvenes estudiantes de Harvard que no participaron en la 2ª Guerra Mundial porque estaban terminando sus estudios en dicha institución.

El segundo grupo estaba formado por jóvenes de las zonas más pobres de Boston, procedentes de familias con serios problemas socio – económicos y viviendo en malas condiciones generales.

Las ideas sobre riqueza, fama y esfuerzo en el trabajo parecían marcar las tendencias de opinión sobre la felicidad por aquellos años. Ahora bien, con el paso del tiempo y a medida que unos ascendían socialmente y otros caían a niveles más bajos, los enfoques sobre “sentir felicidad” se fueron modificando. Los diferentes investigadores detectaron un mensaje claro:

Las buenas relaciones nos mantienen más sanos y felices

Una interesante conclusión que ha quedado demostrada con este completo y largo estudio. Lo más interesante es que continúa actualmente en desarrollo con la segunda generación –los cerca de 2.000 hijos de aquellos 724 hombres…

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Con la inmensa información acumulada y actualizada durante décadas, Waldinger comparte tres lecciones clave sobre las relaciones humanas:

1ª Las conexiones sociales son realmente beneficiosas

Las personas que están más conectadas a la familia, a las amistades, a la comunidad en general, son más felices, están más sanas físicamente y viven más años que las personas que vivían en soledad o tenían relaciones difíciles con su entorno. Esa soledad “interior”, a pesar de estar rodeados de personas, hace que la salud se deteriore antes y el cerebro empiece a fallar a mediana edad.

2ª No importa la cantidad, sino la calidad de las relaciones más cercanas

Tener buenas y sólidas relaciones es altamente beneficioso para nuestro bienestar físico y emocional. El estudio muestra que las personas que estaban más satisfechas en ese aspecto a los 50 años, llegaron a tener más salud cuanto tenían 80.

3ª Las buenas relaciones son beneficiosas para el cuerpo y la mente

De todo lo comentado y de los estudios neurológicos realizados a este grupo de personas durante décadas, surgieron contundentes conclusiones sobre la incidencia clave de las relaciones en la salud y la felicidad.

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Comprobaron, una y otra vez, que las personas a las que les fue mejor en su vida son las que se apoyaron en su familia, en sus amistades y en su comunidad.

Como expresó Robert Waldinger, ¡!!la buena vida se construye… con buenas relaciones!!!

¿Un cerebro feliz para alcanzar la felicidad?

Imagen de Pixabay
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En la primera Píldora de inspiración de este año nos adentramos en conocer algunos aspectos del sentimiento de la felicidad  relacionados con el cerebro, ese maravilloso y complejo órgano vital que supone una parte del “hardware” y del “software” de nuestro cuerpo.

Si buscamos en Google la palabra “Felicidad” aparecen 183 millones de referencias, sólo en español. Pero, no sólo es una palabra muy buscada, sino que es, tal vez, una de las máximas aspiraciones que tenemos como seres humanos: ser felices.

Desde el punto de vista de la neurociencia y la biología, en el cerebro tenemos unos químicos naturales: las hormonas. Cuatro de ellas se relacionan especialmente con la felicidad.

La investigadora Loretta G. Breuning, autora del libro Hábitos de un cerebro feliz», explica que cuando el cerebro emite uno de estos químicos, nos sentimos bien.

Veamos cuáles son:

– La dopamina. Nos proporciona la alegría y la energía necesarias para encontrar o lograr lo que estamos buscando. Supone una fuerza de motivación en tareas que implican mucho esfuerzo.

Se activa cuando damos el primer paso hacia un objetivo y cuando lo vemos realizado.

¿Cómo podemos elevar su nivel en el organismo? Estableciendo pequeñas etapas a realizar, que iremos celebrando a medida que logramos su cumplimiento, además de agradecer todo lo bueno que tenemos en nuestra vida.

– La endorfina actúa como un calmante natural ante el dolor, sea físico o emocional, y nos permite continuar adelante. A veces también produce cierta euforia

Sonreír, bailar, cantar o trabajar en buena sintonía con otras personas incrementa los niveles de esta hormona. Además, estas acciones nos ayudan a reforzar los lazos sociales y aumentar la tolerancia al dolor o al sufrimiento.

– La oxitocina está vinculada a nuestra afectividad y también al sentido de pertenencia a un grupo. Se la relaciona y mucho con el instinto maternal.

Desde tiempos prehistóricos, la vinculación social es vital para la supervivencia porque favorece la reproducción y la protección contra los depredadores y los cambios medioambientales.

Esta hormona se genera en la relación de confianza con otras personas.

– Por último, la serotonina facilita la sensación de paz y seguridad que experimentamos al ser respetados por los demás. 

La ausencia de serotonina genera depresión o soledad. De ahí que sea muy importante para aumentar su presencia, recordar momentos felices, hablar con un familiar querido o una persona amiga.  También ayudan pequeñas gratificaciones como tomar el sol, recibir tratamientos corporales suaves y hacer ejercicio físico. La serotonina fluye cuando nos sentimos valorados o estamos en posición de liderazgo.

Estas hormonas son controladas por nuestro sistema emocional. Se activan cuando el cerebro detecta algún estímulo positivo, algo bueno para la supervivencia y se desactivan después que se cumplió ese propósito.

Esto lleva a pensar que somos capaces de cambiar nuestro estado emocional y alcanzar un grado elevado de satisfacción y vivencias positivas. Podemos –con nuestros pensamientos y actitudes- encontrar un camino hacia la felicidad sin que haya un estímulo exterior.

Extraordinario, ¿verdad?…Todo un gran reto…!!!

Balance vital del año

Imagen de Pixabay
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Estamos a punto de cerrar 2018 y en la sección Píldoras de Inspiración del programa enComunicación hablamos de cómo hacer el Balance vital del año.

En esta época es muy normal hacer un repaso de lo que hemos vivido. Las personas que nos han acompañado y las que se han marchado, los pasos que hemos dado en nuestro crecimiento personal y profesional, los sueños que se han cumplido, …y también lo que no hemos podido lograr y las lecciones que hemos aprendido de nuestros propios errores.

Como si se tratara de un Balance financiero, abrimos las cuentas del Activo y del Pasivo de lo que ha sido nuestra vida en este año para responder a preguntas esenciales y colocar nuestras respuestas en uno u otro lado. Así, sabremos de manera muy gráfica qué energía nos impulsa hacia adelante y qué opciones tenemos que superar.

Propongo realizar este balance vital en cuatro niveles de profundidad.

En el plano material y físico:

  • ¿Cómo es nuestra salud? ¿Cómo la cuidamos? ¿De qué manera nos nutrimos y vivimos una vida sana?
  • ¿Cómo está nuestra casa? ¿Vivimos en una situación cómoda? ¿Cómo mantenemos nuestro espacio vital en ella?
  • ¿Cómo están nuestras finanzas? ¿Qué situación económica tenemos? ¿Cómo administramos nuestras entradas y salidas de dinero?
  • ¿Y nuestro trabajo? ¿Es todo lo agradable que nos gustaría o podríamos cambiar a algo mejor? En el caso de no tenerlo, ¿Cómo podemos acceder a un empleo o crear el nuestro propio?

Pasamos de lo tangible a lo intangible ahora con el plano emocional:

  • ¿Cómo están nuestras relaciones?
  • ¿En qué entorno familiar vivimos ¿Cómo nos sentimos con nuestros padres, parejas, hijos, hermanos…?
  • ¿Cómo son nuestras amistades? ¿podemos contar con ellas en momentos que necesitamos escucha y apoyo?
  • ¿Cómo es nuestra relación con los colegas de trabajo?

En el plano mental:

  • ¿Qué hemos aprendido o qué necesitamos aprender para estar al día en nuestra profesión o en nuestras aficiones?
  • ¿Nos hemos “reciclado” en aprendizajes técnicos?
  • ¿Hemos viajado a algún país distinto al nuestro? ¿qué hemos vivido y aprendido allí en comparación objetiva con nuestro entorno geográfico habitual?

Por último, en el plano espiritual o más trascendente:

  • ¿Hemos sido altruistas con los demás? ¿Hemos colaborado como voluntarios con alguna iniciativa solidaria?
  • ¿Hemos ayudado a personas cercanas o no tan cercanas a la hora de escuchar sus problemas o de animarlas u orientarlas en algún aspecto práctico?
  • ¿En qué medida hemos vivido experiencias trascendentes o de desarrollo personal en el año?
  • ¿Nos hemos conectado con nosotros mismos a través de la meditación, de la contemplación de la Naturaleza o de alguna actividad creativa?

Con esta “auditoría interna” podremos evaluar aciertos y frustraciones que hemos tenido en las diferentes áreas de nuestra vida. Nuestro objetivo es disfrutar de una vida plena y feliz. Y, para alcanzar la felicidad, primero tenemos que identificar los obstáculos que se interponen en el camino, solucionarlos en la medida que sea posible y centrarnos en los aspectos positivos para vivirlos en plenitud, potenciando nuestro optimismo y autoestima.

Dejar huella en la vida

Huella
Huella

¿Cómo es nuestra huella en la vida?  Esta fue la reflexión que compartí en el programa enComunicación de la semana pasada.

Hace unos días escuché a una persona decir que no somos imprescindibles y que las organizaciones y el mundo en general pueden seguir funcionando sin nosotros.

Efectivamente, esa afirmación es cierta. Sabemos que todo ha funcionado antes de llegar nosotros a este mundo y, cuando nos vayamos, lo seguirá haciendo, más allá de algunos matices…

Esos matices que pueden significar una mejoría o un desarreglo en una organización, una sociedad o en una familia, ¿podrían relacionarse con determinadas actitudes y acciones de personas según el rol que tengan en cada momento?

La historia de la Humanidad revela que sí. En sus páginas tenemos numerosos protagonistas que cambiaron su entorno o el curso de situaciones relevantes para las sociedades u organizaciones a las que pertenecieron.

En 1966 350 estudiantes universitarios de Estados Unidos participaron en una encuesta psicológica sobre desarrollo personal y felicidad. Once años más tarde, la psicóloga Susan Krauss Whitbourne contactó con estas personas y les volvió a preguntar década a década hasta recopilar datos de cuarenta años.

En 2010 publicó los resultados de esta amplia investigación en el libro The Search for Fulfillment. Su conclusión fue que lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, de manera positiva o negativa, más o menos trascendente, supone dejar huellas a nuestro alrededor. Esto es lo que Krauss llama “huella de vida”.

Nuestras decisiones, acciones o palabras, por insignificantes que parezcan, pueden influir de forma muy intensa en los demás.

Ahora bien, creemos realmente que, en nuestra familia, en las amistades y en el entorno personal y profesional que tenemos ¿todo seguirá igual después de nuestro paso?

¿O habremos dejado una huella en cada etapa de nuestra vida y en los distintos ámbitos en los que hemos participado?

Para conocer y medir el impacto de nuestra huella de vida, Susan Krauss, preparó un test de diez preguntas. Las respuestas deben responderse en una escala numérica del 1 al 5, siendo el 1 el desacuerdo total y el 5 el grado de satisfacción máxima:

1.- Otras personas me dan las gracias por cómo los he ayudado cuando pasaban por situaciones difíciles.

2.- Las tareas que realizo, en todos los ámbitos, mejoran la vida de los demás.

3.- Un amigo de un amigo se ha sentido influido positivamente por algo que yo he hecho.

4.- Creo que tengo muchas cosas positivas que aportar a los demás y hago todo lo necesario para que sea así.

5.- Para mí es importante que mi familia piense que la apoyo y que estoy para ayudar cuando sea necesario.

6.- He sabido que una conversación mantenida con alguien sirvió para motivarle y que consiguiese un objetivo importante o solucionase un problema.

7.- Puedo afirmar honestamente que mi trabajo o mi papel en la familia o grupo de amigos tiene un impacto positivo en los demás.

8.- Cuando establezco metas tengo más en cuenta el efecto positivo que tendrán en otras personas que las recompensas materiales para mí.

9.- Soy consciente de que cada una de mis decisiones, acciones u opiniones pueden tener una gran influencia en los demás, de forma positiva como negativa.

10.- Existen varios casos en los que mis consejos ayudaron a alguien a tomar una buena decisión.

Si la puntuación final de este test está próxima a los 40 puntos supone que ya estamos dejando una huella positiva. Si está en torno a los 20 puntos tendremos que replantearnos cómo son nuestras relaciones con los demás y, lo más importante ¡nuestra actitud ante la vida!

En Píldoras de Inspiración tenemos varios ejemplos de personas que están dejando una verdadera huella a su alrededor.

Y nosotros ….

¿qué huellas estaremos dispuestos a dejar?

El legado de El Principito

 

En la habitual sección de Píldoras de inspiración del programa enComunicacion hablamos sobre el legado de El Principito, un libro que llamamos “infantil”, cuyo contenido ilumina a pequeños y adultos por igual.

Más de 200 millones de copias y traducido a 300 idiomas, lo identifican como el libro más popular de la lengua francesa, cuyo significado supera generaciones, fronteras e hitos editoriales.

El pasado 6 de abril se celebró el 75 aniversario de su publicación. Antoine de Saint-Exupéry, aviador francés y reportero exilado en EEUU, lo escribió en plena 2ª Guerra Mundial.

Nos dejó una obra que nació en una época llena de tragedia y dolor a escalas nunca vistas, para ofrecer un soplo de esperanza. De ahí su carácter universal: aportó amor, ternura e ingenuidad en un escenario abarrotado de odio a la vez que predicaba valores y conceptos que miraban al ser humano como individuo altruista y generoso.

Esas posibilidades de vivir a través de sus metáforas son las que trascienden cualquier tiempo y mantienen, aún hoy, la vigencia de sus enseñanzas.

En esta inocente historia de un niño que vive en un mundo irreal se encierra una gran riqueza filosófica y humanista, que se inicia desde la dedicatoria atemporal dirigida a Leon Werth directamente y a sus lectores por extensión. Todos los adultos hemos sido niños, pero pocos solemos recordar esta etapa de nuestra vida.

Si El Principito parece, a simple vista, un cuento infantil, las enseñanzas que nos transmite dan valor a la amistad, al amor, la tristeza, la riqueza… Quisiera compartir algunas de ellas:

 “Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos”

Cuantas veces las encrucijadas de la vida, los obstáculos y circunstancias fortuitas nos mostraron que, a veces, es necesario salir del camino de siempre para aprender, conocer y crecer sin miedo al riesgo que eso pueda llevar.

“Los hombres ya no tienen tiempo para conocer nada; compran las cosas ya hechas a los comerciantes; pero como no existen ningún comerciante de amigos, los hombres ya no tienen amigos”

La tecnología ha ampliado las posibilidades y la rapidez de la comunicación como nunca antes había sucedido. Sin embargo, el mal uso que a veces hacemos de la tecnología está dañando mucho las relaciones humanas. Es necesario recuperar el valor de la amistad entre las personas, cultivar y cuidar esas relaciones como tesoros incalculables que son.

“Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. … Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo “¡Soy un hombre serio!”

El trabajo es importante, pero no debe ser el núcleo central de la vida. Es necesario compartir emociones, brindarnos a los demás. disfrutar de la vida aprovechando lo bueno de cada momento y encontrar la felicidad en las cosas sencillas y únicas.

Finalizo este post con uno de los mensajes más inspiradores del cuento:

“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos. “

En busca de la felicidad

Imagen de Larm Rmah by Unsplash
Imagen de Larm Rmah by Unsplash

En el pasado programa de enComunicación hablamos de la felicidad.

Es una aspiración que está en boca de psicólogos, gobernantes, religiosos, gurúes. Con frecuencia, desde el marketing, se promociona como un producto al alcance de todos, también se legisla al respecto y hasta hay especialistas que ofrecen la “llave” para conseguirla.

El pasado 20 de marzo se celebró el Día Internacional de la Felicidad. Una iniciativa puesta en marcha por Naciones Unidas desde 2012 para dar visibilidad al importante papel de la felicidad en la vida de todas las personas del mundo.

Este impulso se le atribuye a Bután, un país del sudeste asiático que, desde los 70, reconoce el valor de la felicidad nacional. Incluso cuenta con un índice: la Felicidad Nacional Bruta que prioriza sobre el Producto Nacional Bruto.

Pero ¿qué es la felicidad?

Si buscamos en Google la palabra “felicidad” aparecen millones de referencias. Consultando el diccionario de la RAE encontramos tres definiciones: estado de grata satisfacción espiritual y física; persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz y, por último, ausencia de inconvenientes o tropiezos.

Conocemos infinidad de personas que son sumamente felices dedicando su tiempo y sus bienes materiales para ayudar a otros. Esa generosidad y grandeza de espíritu les permite sentirse gratificados y felices.

En otros casos, compartir nuestra vida con un ser especial, muy querido, nos llena de felicidad. La llegada de un nuevo integrante a la familia trae felicidad a padres y abuelos.

Pequeñas cosas del día a día, triunfos que costaron gran esfuerzo conseguir, alegrías ante el éxito de un ser querido, son situaciones que nos llenan de felicidad.

La felicidad se siente y se vive. Y para vivirla, hay que estar preparado interiormente, mirar a nuestra realidad con optimismo, valorar lo que tenemos, sea poco o no, con agradecimiento y  sentido positivo.

A raíz del Día Internacional de la Felicidad, ¿dónde estamos poniendo el foco cuando hablamos de la felicidad? ¿En lo que tenemos o en lo que nos falta?

Por supuesto, esto dependerá de cada persona y del momento concreto en que se haga esta pregunta.

Parece que muchas veces ponemos la felicidad como una utopía o algo que tienen los otros. Sin embargo, es mucho más real de lo que pensamos. La tenemos con nosotros si reflexionamos sobre qué nos mueve en la vida y también de qué aspectos debemos sentirnos orgullosos: salud, amor, amistades, trabajo,….

Quizá es momento de pararse, contemplar y analizar nuestras vidas para recordar y sentir de nuevo los momentos en que fuimos felices. Encontraremos muchas situaciones y personas que contribuyeron a que lográsemos ese estado de grata satisfacción.

Pero no debemos quedarnos en el pasado…la realidad depende del cristal con que se mira, ¿será que no estamos mirando bien para saber que la felicidad está con nosotros y no nos damos cuenta?