Al llegar al final del año, como todo ciclo que termina, nos invita a la reflexión, a tratar de recordar qué momentos han sido verdaderamente significativos. 2020 ha sido un año extraordinario desde esta perspectiva. Muy distinto al que nos imaginábamos a nivel individual y como sociedad.
La pandemia del coronavirus ha trastocado nuestras vidas -en mayor o menor medida- haciéndonos parar, reflexionar, tomar decisiones y actuar para adaptarnos a la nueva realidad que tenemos por delante.
El confinamiento y el aislamiento que soportamos durante varios meses nos llevaron a experimentar un sinfín de emociones intensas y, a veces, contradictorias –a modo de montaña rusa. Todo esto, sin duda alguna, ha dejado huella tanto en nosotros como personas, en los grupos familiares, entornos profesionales y en la sociedad en su conjunto…
Ha desgarrado hogares con innumerables pérdidas humanas. ¡Pero también ha mostrado la solidaridad y generosa entrega de los trabajadores de la salud, dando todo por cada paciente que cuidaban!
Ha cerrado negocios, pero han surgido algunas oportunidades. Ha facilitado reencuentros muy esperados. Ha dado luz a la esperanza para recuperar la vida normal con la llegada de las vacunas.
Imposible hacer un balance que contenga tantas realidades enfrentadas…
Hemos aprendido y asumido con responsabilidad que, para seguir adelante, teníamos que cambiar nuestras actitudes y nuestro modo de relacionarnos con familiares, amistades y entornos profesionales.
Hemos sentido que esta pandemia nos ha vuelto vulnerables y frágiles en muchos aspectos… y hemos continuado adelante con decisión y valentía empujados por el instinto de supervivencia. La resiliencia ha sido de nuevo -y lo seguirá siendo- nuestra mejor guía para fortalecernos ante desafíos y adversidades como las que vivimos.
Se han iniciado ya las primeras vacunaciones. Todo un horizonte de esperanza dentro de la incertidumbre en la que tendremos que seguir viviendo un tiempo más.
Un año que ha dejado una profunda huella en mí. Y creo que también en todos.
Quiero cerrar este balance de 2020 con gratitud por este año lleno de aprendizajes –algunos difíciles- y con esperanza en nuevos horizontes de crecimiento como Humanidad.
Mis mejores deseos de Salud, Prosperidad, Amor, Solidaridad…para este 2021 que tan cerca está ya.
La fragilidad humana ha quedado en evidencia con la pandemia.
Vivimos tiempos en los que pensamientos y emociones de vulnerabilidad están presentes en todos los países, en sus organizaciones, equipos y, por consecuencia, en una gran parte de las personas.
Ante esta inquietante situación, la neurociencia nos aporta algunas claves para entender cómo funciona nuestro cerebro ante la incertidumbre.
La realidad mundial ha cambiado para todos. Estamos en grave riesgo ante un “enemigo invisible“ que avanza diezmando población y economía, entre otros efectos.
¿Cómo liderar nuestra vida y a los equipos en estos tiempos?
¿Qué habilidades personales y de comunicación son necesarias en esta nueva realidad?
¿Qué y cómo comunicar en estas circunstancias de cambio constante?
El estudio de nuestro cerebro a través de los sistemas instintivo, emocional y prefrontal nos ayuda a comprender mejor nuestras reacciones –pensamientos, emociones y acciones- a todos los niveles, desde el instinto de supervivencia hasta la motivación y gestión de estrategias, llegando así a entender el vaivén emocional, la necesidad de relaciones familiares y sociales sostenidas por valores y el proceso de aprendizaje y adaptación al cambio para superar el inmenso desafío que tenemos por delante.
El liderazgo personal –entendido como “neuroliderazgo” bajo esta mirada de la neurociencia- es primordial ante estas circunstancias para desarrollar habilidades como la gestión emocional adecuada, la escucha activa, el pensamiento crítico, la creatividad y la innovación.
Todo ello contribuirá, sin duda, a un mejor liderazgo Dircom basado en la ética y los valores, con actitud empática, siendo gestor de la incertidumbre comunicacional y la reputación de marca, desarrollando la inteligencia emocional y guiado por un espíritu de aprendizaje continuo y adaptación a la realidad incierta y cambiante.
Tras este recorrido para identificar las características del neuroliderazgo, enriquecido por y el diálogo generado entre los diferentes participantes en el webinar llegamos a la habilidad esencial para estos tiempos: la resiliencia. Sin duda alguna, la especie humana ha superado dramáticos desafíos desde la prehistoria hasta los tiempos actuales.
Confiemos que, a pesar de que la única certeza en este tiempo presente es la incertidumbre, recurriendo a valores como la responsabilidad y el esfuerzo colectivo, entre otros, cada uno de nosotros como líder en su espacio de actuación, ayudará a una mejor proyección del futuro. Creo que así podremos recuperar la normalidad y vivir con felicidad en este nuevo mundo.
Imágenes del webinar Habilidades de neuroliderazgo para comunicar en la incertidumbre. Maestría en Gestión de las Comunicaciones GesCom – UCES Argentina
El pasado día 6 de junio tuve el honor y placer de participar en el JobDay que, de forma excelente, fue organizado por la Cámara de Comercio de Quito, EUDE Business School y Windup School.
Cabe destacar el formato elegido a través de Facebook Live que permitió un evento remoto muy interesante al que asistieron cientos de participantes de varios países.
Mi participación consistía, en primer lugar, con una ponencia “Navegar con la certeza de la incertidumbre” donde comente las aportaciones de la Neurociencia para entender cómo funciona nuestro cerebro, adema de la relación con las habilidades blandas tan necesarias en estos momentos de incertidumbre global.
Posteriormente, forme parte de un excelente panel de trabajo dedicado a las Softskills del profesional del futuro. Este encuentro fue moderado por Juan Vivero (EUDE) en el que compartimos opiniones y experiencias con Miguel Cervera y Walter Gavilanes desde las perspectivas del liderazgo, las habilidades digitales y la Neurociencia.
Desde que la especie humana empezó a habitar en la Tierra tuvo que enfrentarse a constantes peligros y desafíos que ponían en riesgo su supervivencia. La incertidumbre para nuestros ancestros era tan cotidiana que seguramente no se preocuparían. Supongo que su máxima necesidad era protegerse de las inclemencias del tiempo, los ataques de los animales y garantizar el sustento para la tribu, entre otros aspectos esenciales.
Su objetivo principal era la supervivencia. Si no hubiera sido así, no estaríamos aquí.
A medida que se producía la evolución de la especie y el desarrollo de utensilios y herramientas que facilitaban la vida y el trabajo, se consiguieron importantes logros para el bienestar y la prolongación de la vida humana.
No sólo eso, se llegó a la Luna, los viajes al espacio son continuos, se investigó el centro de la Tierra a través de los avances de la minería, se exploraron profundidades marinas con todo el desarrollo de tecnología y recursos necesarios.
Desde luego que hemos conseguido superar enormes e interesantes desafíos como Humanidad y también como individuos. En todos estos retos hemos asumido la “certeza” de tener que enfrentarnos a la incertidumbre para superar graves riesgos y problemas.
Pero no sólo en ese aspecto, si contemplamos actividades esenciales como la agricultura y la pesca, los hombres y mujeres que trabajan en estas áreas manejan la incertidumbre de forma frecuente. Por mucho que dispongan de información y recursos para su labor, siempre cuentan con la incertidumbre e incógnitas de las fuerzas de la Naturaleza que obrarán a favor o en contra de lo esperado.
Hemos vivido bajo la ilusión de la certeza, del control sobre las situaciones…pero la pandemia ocasionada por el coronavirus nos ha puesto delante nuestra fragilidad y vulnerabilidad como especie, poniendo en peligro nuestra vida y la de nuestros allegados. Ha alterado la vida, el trabajo, el orden y también la economía mundial como no se conocía desde las Guerras Mundiales del siglo pasado.
Estamos viviendo tiempos globales muy complejos en todas las áreas y seguimos aún con muchas incógnitas por resolver, entre ellas, cómo superar esta crisis con éxito y con el menor coste posible en vidas humanas y recursos económicos.
Sólo tenemos la certeza del tiempo presente. De cara al futuro y la proyección que hagamos de él, únicamente cabe apoyarse en la fe y la esperanza que todo esto pasará igual que ha sucedido en otras situaciones dramáticas en la historia de la Humanidad.
Sin duda alguna, con el tiempo, con responsabilidad, esfuerzo común, inteligencia colaborativa y medios superaremos este desafío mundial.
Volveremos a ver el sol en el horizonte y seguiremos navegando con la certeza de las nuevas incertidumbres que nos presente la vida.
Imagen Ajax.googleapis.com
Imágenes de Torsten Dederich en Unsplash, ponencia “Navegar con la certeza de la incertidumbre” en JobDay y de Ajax.googleapis.com
Los acontecimientos
mundiales que estamos viviendo han multiplicado las ansias de comunicarnos, de
seguir conectados dentro de este obligado e
indefinido aislamiento. Somos seres sociales, necesitamos a los demás y
los demás necesitan de nosotros,
especialmente en esta gran incertidumbre que tenemos delante como individuos y sociedad
globalizada.
Ahora,
muchos tendremos que vivir solos, separados en la distancia de nuestros seres
queridos. En otros casos, volver a aprender a convivir en familia
compatibilizando obligaciones domésticas, cuidado de los hijos y deberes profesionales.
¡Un intenso desafío en nuestras relaciones a todos los niveles!
Y
en esas relaciones uno de los componentes principales es la comunicación. Comunicación
con nuestros seres queridos, amistades, compañeros de trabajo, clientes,
proveedores… Y también, comunicación con nosotros mismos, comunicación
interior. Viviremos momentos donde las emociones estarán muy presentes y serán
intensas: motivación, desilusión, miedo, angustia, rabia, alegría, amor…¡Habrá
que tomar decisiones difíciles!
La
comunicación tendrá que ser mucho más consciente que la que hemos utilizado
hasta ahora. Quién sabe si, entre las muchas reflexiones que puedan surgir,
aparece también la de dedicar tiempo y presencia mental en nuestra comunicación
con los demás.
¡Yo
creo que sí, que ahora es el momento!
Los acontecimientos
han sucedido y lo seguirán haciendo a velocidad vertiginosa. Estamos siendo más
conscientes del cambio y de las consecuencias que esta situación extraordinaria
tiene en nuestra salud, vida, economía y trabajo.
La tecnología nos
acerca y gracias a ella seguimos activos en gran medida…
logramos seguir comunicando más allá del aislamiento físico que se impuso.
Nuestro
objetivo fue entender y trabajar la “Escucha Activa”.
Dentro de las 11 capacidades que deben desarrollar los profesionales de la comunicación -descritas por la Global Alliance for Public Relations and Communication Management– se encuentra «facilitar relaciones y construir credibilidad con los grupos internos y externos y las comunidades». Para ello es necesario identificar, analizar y escuchar a los diferentes stakeholders y entender sus necesidades de comunicación.
En sólo una de las once capacidades se
menciona explícitamente la palabra “escucha”, en cuanto a la construcción de
relaciones con los públicos de interés.
En mi opinión, y más en estos momentos de
crisis sin precedentes, se pone mucho énfasis en diseñar argumentos y lanzar
mensajes para conseguir objetivos corporativos, pero se pierde de vista el lado
humano del profesional –potenciarlo como persona- en su comunicación cotidiana
a todos los niveles.
Escuchar
supone una habilidad clave de la comunicación que no está presente –al menos no
tengo constancia- en ningún plan de estudios de los Grados de Comunicación de
nuestro país, ni siquiera en los posgrados donde se tratan las habilidades
personales y directivas de forma genérica.
Por esto, los asistentes al
taller pudieron ejercitar de forma práctica y mediante trabajo en equipo, las
destrezas necesarias para desarrollar esta habilidad. Cada integrante asumió un
rol para descubrir aspectos propios y extraer conclusiones sobre la Escucha
Activa.
Habilidad clave para todos, especialmente para los comunicadores en el ejercicio del liderazgo y muy relevante en la gestión de la crisis presente.
¿Cómo podemos desarrollar la escucha activa?
Propongo utilizar la perspectiva
del coaching y las principales habilidades que los profesionales del coaching
empleamos de forma habitual:
La
primera de ellas, sin duda, es la escucha. Escuchar es mucho más que oír.
Escuchar realmente supone aplicar una atención plena a la otra persona.
Las
habilidades del coaching que podemos
aplicar a nuestras conversaciones de comunicación son:
Escucha activa
Estar presente
Rapport
Escucha
activa supone
la concentración total en lo que el
otro dice o no dice y cómo lo dice. Los silencios, dudas o evitar determinados
aspectos por parte de esa persona, son elementos particularmente significativos
en la comunicación y debemos estar muy atentos a ellos.
En
definitiva, implica que podamos entender o hacer el esfuerzo consciente por
comprender el contexto de la otra persona.
Estar presente implica la atención en el aquí y ahora. Sin
interrupciones, sin pensamientos en otras cosas, sin prisas en resolver
rápidamente la conversación. Poner la conciencia completa en la comunicación
con la otra persona favoreciendo así la relación personal o profesional.
El rapport consiste en sincronizar en
palabras, gestos y actitudes con la otra persona para generar un contexto de
apertura, confianza y seguridad desde la honestidad y la autenticidad para la
comunicación.
Existen
muchos matices en la comunicación y resulta más compleja de lo que suele
parecer.
Es
necesario tener la firme intención de querer comunicarnos con la otra persona y
actuar en consecuencia, dedicar el espacio y el tiempo para escuchar en
profundidad, con mente abierta y concentrados en todos los “indicios y
mensajes” que nos dará nuestro interlocutor…
En
definitiva, hacer que nuestra comunicación ahora sea más consciente y
responsable.
Foto portada: Kelly Sikkema. Unsplash. Resto. cortesía de Dircom Comunidad Valenciana y Región de Murcia
En el programa EnComunicaciónde esta semana hemos hablado de la gestión de la incertidumbreporque el ser humano generalmente teme a lo desconocido.
Vivimos en un mundo global cada vez más complejo y acelerado. A través de nuestros dispositivos recibimos información de casi todas las partes del mundo de forma casi instantánea.
Los avances conseguidos en nuestra sociedad occidental y los aportes de la tecnología pueden llevarnos a pensar que tenemos el control, ….pero nada más lejos de la realidad. Estamos, en mi opinión, en un proceso de cambio y transformación que no sólo es individual, sino que también lo vemos en otros entornos, como familiar, político, social, etc.
El cambio es una constante en la Naturaleza y en nuestras vidas. A veces este cambio es deseado, planificado y esperado. Nos convertimos en protagonistas activos del cambio.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando un cambio no deseado –de la naturaleza que sea- surge, muchas veces, de forma inesperada en nuestras vidas, nuestra sociedad o en el mundo en que hemos vivido hasta el momento?
Lo que hasta ayer pensábamos y hacíamos, ya no nos sirve para este nuevo escenario.
De entrada, esta situación nos genera incertidumbre. Se abren grandes dudas sobre el presente y el futuro. Y esto se traduce, generalmente, en temor, ansiedad y hasta desánimo.
Pero, una cosa es cierta: los cambios siempre han existido.
La diferencia ahora es la velocidad con que se producen.
Por supuesto, todos llevamos mal la incertidumbre. Nuestra mente quiere seguridad, como hablamos en la anterior sesión de Coaching para ti sobre la mente y las creencias.
El vacío nos asusta y eso hace que, a veces, elijamos la peor de las opciones como forma de aferrarnos a algo que creemos “seguro”…
Con todo lo anterior, ¿cómo podríamos gestionar esa incertidumbre que nos rodea?
mantener la calma, por difícil que parezca. La emoción nos atrapa, pero es necesario tomar distancia de esa situación. Nos asaltarán todo tipo de pensamientos –probables o no- sobre lo que será el futuro. De ahí que sea necesario controlar nuestra mente, a través de relajación, ejercicio físico, lectura, viajes….cada persona sabrá qué es lo que mejor le viene.
buscar indicadores racionales para definir la situación concreta que tenemos delante (personas, contexto, hipótesis de futuro, consecuencias, beneficios….)
asumir con serenidad los errores que podamos cometer al tratar de afrontar la nueva situación. Estaremos en un modo prueba-error, del que aprenderemos mucho más de lo que imaginamos.
La vida es incierta, mantenerla bajo control es imposible. No nos desgastemos en una lucha inútil. Se trata, en definitiva, de aceptar y aprender con los obstáculos, superar la adversidad y focalizar toda nuestra energía en alcanzar nuevos objetivos acordes con el contexto de cambio que nos toca vivir.
Recuerdo un discurso de Steve Jobsa los estudiantes de la universidad de Stanford, donde hacía repaso a su vida “conectando los puntos” de su pasado. Situaciones inciertas y muy desfavorables le habían llevado a fortalecer su espíritu de lucha y su vocación para lograr metas más allá de las contrariedades.
Hay muchas frases inspiradoras en este discurso. En esta ocasión me despido con “A veces la vida te va a golpear la cabeza con un ladrillo, pero no pierdas la fe”
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