Al llegar al final del año, como todo ciclo que termina, nos invita a la reflexión, a tratar de recordar qué momentos han sido verdaderamente significativos. 2020 ha sido un año extraordinario desde esta perspectiva. Muy distinto al que nos imaginábamos a nivel individual y como sociedad.
La pandemia del coronavirus ha trastocado nuestras vidas -en mayor o menor medida- haciéndonos parar, reflexionar, tomar decisiones y actuar para adaptarnos a la nueva realidad que tenemos por delante.
El confinamiento y el aislamiento que soportamos durante varios meses nos llevaron a experimentar un sinfín de emociones intensas y, a veces, contradictorias –a modo de montaña rusa. Todo esto, sin duda alguna, ha dejado huella tanto en nosotros como personas, en los grupos familiares, entornos profesionales y en la sociedad en su conjunto…
Ha desgarrado hogares con innumerables pérdidas humanas. ¡Pero también ha mostrado la solidaridad y generosa entrega de los trabajadores de la salud, dando todo por cada paciente que cuidaban!
Ha cerrado negocios, pero han surgido algunas oportunidades. Ha facilitado reencuentros muy esperados. Ha dado luz a la esperanza para recuperar la vida normal con la llegada de las vacunas.
Imposible hacer un balance que contenga tantas realidades enfrentadas…
Hemos aprendido y asumido con responsabilidad que, para seguir adelante, teníamos que cambiar nuestras actitudes y nuestro modo de relacionarnos con familiares, amistades y entornos profesionales.
Hemos sentido que esta pandemia nos ha vuelto vulnerables y frágiles en muchos aspectos… y hemos continuado adelante con decisión y valentía empujados por el instinto de supervivencia. La resiliencia ha sido de nuevo -y lo seguirá siendo- nuestra mejor guía para fortalecernos ante desafíos y adversidades como las que vivimos.
Se han iniciado ya las primeras vacunaciones. Todo un horizonte de esperanza dentro de la incertidumbre en la que tendremos que seguir viviendo un tiempo más.
Un año que ha dejado una profunda huella en mí. Y creo que también en todos.
Quiero cerrar este balance de 2020 con gratitud por este año lleno de aprendizajes –algunos difíciles- y con esperanza en nuevos horizontes de crecimiento como Humanidad.
Mis mejores deseos de Salud, Prosperidad, Amor, Solidaridad…para este 2021 que tan cerca está ya.
La fragilidad humana ha quedado en evidencia con la pandemia.
Vivimos tiempos en los que pensamientos y emociones de vulnerabilidad están presentes en todos los países, en sus organizaciones, equipos y, por consecuencia, en una gran parte de las personas.
Ante esta inquietante situación, la neurociencia nos aporta algunas claves para entender cómo funciona nuestro cerebro ante la incertidumbre.
Webinar “Habilidades de neuroliderazgo para comunicar en la incertidumbre”
La realidad mundial ha cambiado para todos. Estamos en grave riesgo ante un “enemigo invisible“ que avanza diezmando población y economía, entre otros efectos.
¿Cómo liderar nuestra vida y a los equipos en estos tiempos?
¿Qué habilidades personales y de comunicación son necesarias en esta nueva realidad?
¿Qué y cómo comunicar en estas circunstancias de cambio constante?
El estudio de nuestro cerebro a través de los sistemas instintivo, emocional y prefrontal nos ayuda a comprender mejor nuestras reacciones –pensamientos, emociones y acciones- a todos los niveles, desde el instinto de supervivencia hasta la motivación y gestión de estrategias, llegando así a entender el vaivén emocional, la necesidad de relaciones familiares y sociales sostenidas por valores y el proceso de aprendizaje y adaptación al cambio para superar el inmenso desafío que tenemos por delante.
El liderazgo personal –entendido como “neuroliderazgo” bajo esta mirada de la neurociencia- es primordial ante estas circunstancias para desarrollar habilidades como la gestión emocional adecuada, la escucha activa, el pensamiento crítico, la creatividad y la innovación.
Todo ello contribuirá, sin duda, a un mejor liderazgo Dircom basado en la ética y los valores, con actitud empática, siendo gestor de la incertidumbre comunicacional y la reputación de marca, desarrollando la inteligencia emocional y guiado por un espíritu de aprendizaje continuo y adaptación a la realidad incierta y cambiante.
Tras este recorrido para identificar las características del neuroliderazgo, enriquecido por y el diálogo generado entre los diferentes participantes en el webinar llegamos a la habilidad esencial para estos tiempos: la resiliencia. Sin duda alguna, la especie humana ha superado dramáticos desafíos desde la prehistoria hasta los tiempos actuales.
Confiemos que, a pesar de que la única certeza en este tiempo presente es la incertidumbre, recurriendo a valores como la responsabilidad y el esfuerzo colectivo, entre otros, cada uno de nosotros como líder en su espacio de actuación, ayudará a una mejor proyección del futuro. Creo que así podremos recuperar la normalidad y vivir con felicidad en este nuevo mundo.
Imágenes del webinar Habilidades de neuroliderazgo para comunicar en la incertidumbre. Maestría en Gestión de las Comunicaciones GesCom – UCES Argentina
Desde que la especie humana empezó a habitar en la Tierra tuvo que enfrentarse a constantes peligros y desafíos que ponían en riesgo su supervivencia. La incertidumbre para nuestros ancestros era tan cotidiana que seguramente no se preocuparían. Supongo que su máxima necesidad era protegerse de las inclemencias del tiempo, los ataques de los animales y garantizar el sustento para la tribu, entre otros aspectos esenciales.
Su objetivo principal era la supervivencia. Si no hubiera sido así, no estaríamos aquí.
A medida que se producía la evolución de la especie y el desarrollo de utensilios y herramientas que facilitaban la vida y el trabajo, se consiguieron importantes logros para el bienestar y la prolongación de la vida humana.
No sólo eso, se llegó a la Luna, los viajes al espacio son continuos, se investigó el centro de la Tierra a través de los avances de la minería, se exploraron profundidades marinas con todo el desarrollo de tecnología y recursos necesarios.
Desde luego que hemos conseguido superar enormes e interesantes desafíos como Humanidad y también como individuos. En todos estos retos hemos asumido la “certeza” de tener que enfrentarnos a la incertidumbre para superar graves riesgos y problemas.
Pero no sólo en ese aspecto, si contemplamos actividades esenciales como la agricultura y la pesca, los hombres y mujeres que trabajan en estas áreas manejan la incertidumbre de forma frecuente. Por mucho que dispongan de información y recursos para su labor, siempre cuentan con la incertidumbre e incógnitas de las fuerzas de la Naturaleza que obrarán a favor o en contra de lo esperado.
Hemos vivido bajo la ilusión de la certeza, del control sobre las situaciones…pero la pandemia ocasionada por el coronavirus nos ha puesto delante nuestra fragilidad y vulnerabilidad como especie, poniendo en peligro nuestra vida y la de nuestros allegados. Ha alterado la vida, el trabajo, el orden y también la economía mundial como no se conocía desde las Guerras Mundiales del siglo pasado.
Estamos viviendo tiempos globales muy complejos en todas las áreas y seguimos aún con muchas incógnitas por resolver, entre ellas, cómo superar esta crisis con éxito y con el menor coste posible en vidas humanas y recursos económicos.
Sólo tenemos la certeza del tiempo presente. De cara al futuro y la proyección que hagamos de él, únicamente cabe apoyarse en la fe y la esperanza que todo esto pasará igual que ha sucedido en otras situaciones dramáticas en la historia de la Humanidad.
Sin duda alguna, con el tiempo, con responsabilidad, esfuerzo común, inteligencia colaborativa y medios superaremos este desafío mundial.
Volveremos a ver el sol en el horizonte y seguiremos navegando con la certeza de las nuevas incertidumbres que nos presente la vida.
Imagen Ajax.googleapis.com
Imágenes de Torsten Dederich en Unsplash, ponencia “Navegar con la certeza de la incertidumbre” en JobDay y de Ajax.googleapis.com
Estamos viviendo circunstancias extraordinarias que nunca antes habían
existido a nivel mundial. La vulnerabilidad y la fragilidad de la vida humana
ante la pandemia han quedado expuestas de manera muy clara. Además, en
muchísimos casos, de forma muy dolorosa con la pérdida de seres queridos y la
imposibilidad de una despedida adecuada para ese momento transcendental en la
vida.
La incertidumbre es la constante diaria. Algo
que, en realidad, siempre ha formado parte de la vida humana, pero que creíamos
«dominada» por una sensación de seguridad lograda en nuestros avances
tecnológicos, científicos, sociales, económicos… Nos hemos dado cuenta de que
esas certezas eran sólo “ilusión” y la realidad se ha encargado de revelar la
verdad.
Por primera
vez somos conscientes globalmente de que sólo tenemos el presente, el momento
actual. El pasado se fue y el futuro viene cargado de muchas incógnitas. Lo que
sí es cierto es que traerá una vida muy distinta a la que habíamos llevado
hasta ahora. Muchas cosas han cambiado y no seremos las mismas personas de
antes de entrar en cuarentena. De hecho,
muchas personas ya estamos cambiando nuestra actitud, la forma de pensar, la
manera de valorar la vida y lo que forma parte esencial de ella.
En este
período de encierro, confinamiento, cuarentena….cada uno lo llamará como
prefiera, tenemos la oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos con nuestras
virtudes y, también, con nuestras debilidades y mayores miedos. Personalmente,
lo considero como un tiempo de silencio e introspección.
Y, precisamente, en uno de estos momentos apareció un mensaje muy especial:“No es la felicidad la que nos hace agradecidos; es la gratitud la que nos hace felices” éstas fueron las palabras de David Steindl- Rast, monje austríaco benedictino de 94 años de edad, ¿hace unos años durante la charla TED “Want to be happy? Be grateful”
Para Steindl-Rast, la gratitud es una actitud y una forma de vida esencial para ser felices. Ser conscientes del momento presente, centrándonos en la palabra “presente” también como regalo. Un inmenso regalo que ahora contiene la oportunidad de mirar nuestras vidas con ojos distintos.
Y menciona otra dimensión añadida: el aprecio hacia lo que
es valioso para nosotros y se nos da gratuitamente. La gratitud aparece de
forma espontánea y con ella viene la felicidad.
La clave de la felicidad no está en un solo momento de
gratitud, sino en mantener la experiencia vital consciente en todo momento,
independientemente de las circunstancias que estemos atravesando. Por duras que
sean, siempre habrá un resquicio de luz y de esperanza que impulsará a seguir
adelante. No tenemos seguridad sobre si habrá otros momentos. La única certeza
es sólo el momento actual, el presente, el aquí y ahora. Ahí se encuentra la
llave principal de la gratitud y la felicidad.
En momentos de extrema dificultad como éstos tenemos el
inmenso desafío de encontrar la oportunidad para superarlos y aprender algo que
entraña dolor en el propio aprendizaje, como la resiliencia, la paciencia…y también
la gratitud por la vida y la salud.
¿Qué método podemos seguir para ser agradecidos y felices?
Si nos
guiamos por Steindl-Rast y seguimos sus consejos, existen tres pasos:
Parar
Mirar
Hacer
Desde luego
que el primer paso lo hemos dado a nivel mundial, Parar. El ritmo habitual, la vida tan apresurada que teníamos se ha
desvanecido. Han parado muchas industrias, los viajes, las actividades colectivas,
los desplazamientos y embotellamientos diarios de tráfico. Perdíamos
oportunidades a cada instante de valorar todo lo esencial e importante que
tenemos.
El siguiente
paso consiste en Mirar. Prestar
atención plena a lo que teníamos y no disfrutábamos. También la oportunidad
para hacer felices a los demás. Esto lo estamos aprendiendo ahora. Cuanto más
aislados físicamente estamos, más necesidad tenemos de los demás y más
necesidad tenemos de seguir formando parte de nuestra familia, las amistades,
el entorno profesional.
Por último, Hacer. Una vez que nos hemos dado
cuenta de que nuestra felicidad también depende de los demás, damos el paso
hacia adelante y actuamos. De ahí todas las iniciativas solidarias que están
llevando a cabo empresas, organizaciones de todo tipo y la sociedad civil en
todo el mundo.
Fruto también
de los pasos anteriores surge la creatividad y la innovación por reinventarse,
cambiar la producción habitual de algunas empresas por otra que colabore en la
salud y protección de todos, al menos mientras dure esta situación tan
apremiante para la vida y la supervivencia.
Todo este
intenso cambio de conciencia ante lo que estamos viviendo ya ha empezado a
cambiar el mundo, algo que señalaba Steindl-Rast en su charla de 2013.
Desde luego
nos queda mucho que aprender y saber, pero lo que sí es cierto es que ya hemos
cambiado nuestra actitud desde que se inició la cuarentena. Nuestra escala de
valores y de conceptos a los que dábamos prioridad probablemente haya cambiado
y nos sintamos cada día mucho más agradecidos por la salud, la vida, nuestros
seres queridos, nuestros hogares….y muchas otras cosas que antes no habíamos
dado importancia.
Sin duda,
estamos siendo más agradecidos, el mundo está cambiando hacia la gratitud y
¿por qué no?… hacia una nueva mirada de la felicidad.
Imágenes de Daiga Ellaby –
Unsplash y video charla TED Want to be happy? Be grateful
Los acontecimientos
mundiales que estamos viviendo han multiplicado las ansias de comunicarnos, de
seguir conectados dentro de este obligado e
indefinido aislamiento. Somos seres sociales, necesitamos a los demás y
los demás necesitan de nosotros,
especialmente en esta gran incertidumbre que tenemos delante como individuos y sociedad
globalizada.
Ahora,
muchos tendremos que vivir solos, separados en la distancia de nuestros seres
queridos. En otros casos, volver a aprender a convivir en familia
compatibilizando obligaciones domésticas, cuidado de los hijos y deberes profesionales.
¡Un intenso desafío en nuestras relaciones a todos los niveles!
Y
en esas relaciones uno de los componentes principales es la comunicación. Comunicación
con nuestros seres queridos, amistades, compañeros de trabajo, clientes,
proveedores… Y también, comunicación con nosotros mismos, comunicación
interior. Viviremos momentos donde las emociones estarán muy presentes y serán
intensas: motivación, desilusión, miedo, angustia, rabia, alegría, amor…¡Habrá
que tomar decisiones difíciles!
La
comunicación tendrá que ser mucho más consciente que la que hemos utilizado
hasta ahora. Quién sabe si, entre las muchas reflexiones que puedan surgir,
aparece también la de dedicar tiempo y presencia mental en nuestra comunicación
con los demás.
¡Yo
creo que sí, que ahora es el momento!
Los acontecimientos
han sucedido y lo seguirán haciendo a velocidad vertiginosa. Estamos siendo más
conscientes del cambio y de las consecuencias que esta situación extraordinaria
tiene en nuestra salud, vida, economía y trabajo.
La tecnología nos
acerca y gracias a ella seguimos activos en gran medida…
logramos seguir comunicando más allá del aislamiento físico que se impuso.
Nuestro
objetivo fue entender y trabajar la “Escucha Activa”.
Cortesía de Dircom Comunidad Valenciana y Región de Murcia
Dentro de las 11 capacidades que deben desarrollar los profesionales de la comunicación -descritas por la Global Alliance for Public Relations and Communication Management– se encuentra «facilitar relaciones y construir credibilidad con los grupos internos y externos y las comunidades». Para ello es necesario identificar, analizar y escuchar a los diferentes stakeholders y entender sus necesidades de comunicación.
En sólo una de las once capacidades se
menciona explícitamente la palabra “escucha”, en cuanto a la construcción de
relaciones con los públicos de interés.
En mi opinión, y más en estos momentos de
crisis sin precedentes, se pone mucho énfasis en diseñar argumentos y lanzar
mensajes para conseguir objetivos corporativos, pero se pierde de vista el lado
humano del profesional –potenciarlo como persona- en su comunicación cotidiana
a todos los niveles.
Escuchar
supone una habilidad clave de la comunicación que no está presente –al menos no
tengo constancia- en ningún plan de estudios de los Grados de Comunicación de
nuestro país, ni siquiera en los posgrados donde se tratan las habilidades
personales y directivas de forma genérica.
Por esto, los asistentes al
taller pudieron ejercitar de forma práctica y mediante trabajo en equipo, las
destrezas necesarias para desarrollar esta habilidad. Cada integrante asumió un
rol para descubrir aspectos propios y extraer conclusiones sobre la Escucha
Activa.
Cortesía de Dircom Comunidad Valenciana y Región de Murcia
Habilidad clave para todos, especialmente para los comunicadores en el ejercicio del liderazgo y muy relevante en la gestión de la crisis presente.
¿Cómo podemos desarrollar la escucha activa?
Propongo utilizar la perspectiva
del coaching y las principales habilidades que los profesionales del coaching
empleamos de forma habitual:
La
primera de ellas, sin duda, es la escucha. Escuchar es mucho más que oír.
Escuchar realmente supone aplicar una atención plena a la otra persona.
Las
habilidades del coaching que podemos
aplicar a nuestras conversaciones de comunicación son:
Escucha activa
Estar presente
Rapport
Escucha
activa supone
la concentración total en lo que el
otro dice o no dice y cómo lo dice. Los silencios, dudas o evitar determinados
aspectos por parte de esa persona, son elementos particularmente significativos
en la comunicación y debemos estar muy atentos a ellos.
En
definitiva, implica que podamos entender o hacer el esfuerzo consciente por
comprender el contexto de la otra persona.
Cortesía de Dircom Comunidad Valenciana y Región de Murcia
Estar presente implica la atención en el aquí y ahora. Sin
interrupciones, sin pensamientos en otras cosas, sin prisas en resolver
rápidamente la conversación. Poner la conciencia completa en la comunicación
con la otra persona favoreciendo así la relación personal o profesional.
El rapport consiste en sincronizar en
palabras, gestos y actitudes con la otra persona para generar un contexto de
apertura, confianza y seguridad desde la honestidad y la autenticidad para la
comunicación.
Existen
muchos matices en la comunicación y resulta más compleja de lo que suele
parecer.
Es
necesario tener la firme intención de querer comunicarnos con la otra persona y
actuar en consecuencia, dedicar el espacio y el tiempo para escuchar en
profundidad, con mente abierta y concentrados en todos los “indicios y
mensajes” que nos dará nuestro interlocutor…
En
definitiva, hacer que nuestra comunicación ahora sea más consciente y
responsable.
Foto portada: Kelly Sikkema. Unsplash. Resto. cortesía de Dircom Comunidad Valenciana y Región de Murcia
Durante las
diferentes sesiones del curso trabajamos y entrenamos habilidades comunes de
coaching y mentoring como la empatía, la escucha activa y el manejo del
silencio; el lenguaje corporal y, especialmente, las preguntas poderosas. Esas
que penetran las barreras de nuestra mente e invitan a una profunda reflexión.
Vimos diferentes
formas de interpretar la realidad y las opciones que aparecen desde una
perspectiva analizada externamente, para lograr establecer un compromiso y un
plan de acción en la dimensión espacio-temporal.
Analizamos también
los diferentes estilos de liderazgo y actitudes a desarrollar para gestionar equipos, la importancia de la comunicación
interpersonal y el conocimiento de nosotros mismos al igual que de nuestros
colaboradores y mentorizados. Esto último resulta fundamental para asignar
talentos y roles que permitan incrementar la productividad y generar estados
emocionales propicios para el alto rendimiento del equipo.
Diferencias entre mentoring y coaching
Fuera de este ámbito especializado, para gran
parte del público no son tan claras las diferencias entre mentoring y coaching.
Como sabemos, ambas técnicas favorecen el desarrollo
personal y profesional para conseguir objetivos de la persona a través de un
compromiso de sí misma y el diseño de un plan de acción, asumiendo la
responsabilidad de su cumplimiento.
Lo que varía en ambos procesos, entre otros
aspectos, es la experiencia profesional y el tipo de intervención.
De forma muy general, en el proceso de mentoring
es necesario que quien lo conduce tenga amplia experiencia sobre el área
empresarial específica para aconsejar a la persona que solicita su apoyo. Su
papel será el de referente, guía que recomiende cómo dar los pasos necesarios
en aspectos como liderazgo, gestión de personas, labores comerciales, operaciones
financieras, entre otros.
En el coaching, el profesional interviene
desde la perspectiva de escuchar, analizar la situación presentada por el
cliente y plantearle preguntas clave que lo inviten a la reflexión. De esta
manera, será la propia persona quien descubrirá sus recursos internos y
encontrará las respuestas más adecuadas para abordar, desde diferentes
perspectivas, el objetivo a conseguir.
En este proceso no se necesita disponer de experiencia y conocimientos
empresariales en una determinada área, como sí ocurre en el caso del mentoring.
Habilidades
de coaching aplicadas al mentoring
Ambos procesos ponen el foco en la persona y
en la relación que se establece para el crecimiento deseado. Por tanto, existen
habilidades de coaching que pueden ser aplicadas al mentoring para conseguir
resultados mucho más eficaces con nuestros mentorizados:
Generar confianza y confidencialidad
Estar en escucha activa
Plantear preguntas poderosas
Ofrecer feedback constructivo y positivo
Motivar a un compromiso con el diseño y realización de un plan de acción
Llevar a cabo el seguimiento periódico de resultados
Vivencias
compartidas
La labor que hacemos como mentores resulta muy
gratificante al comprobar el crecimiento personal y profesional de nuestros
mentorizados desde que se inicia el proceso hasta que finaliza.
Esto lo pudimos comprobar personalmente con
los testimonios de dos emprendedores apoyados por dos personas del grupo, a
quienes mostraron públicamente su agradecimiento por el aprendizaje y las experiencias
que les resultaron tan valiosas durante el proceso de mentoring.
Sin ser las únicas, éstas fueron algunas de
las entrañables vivencias compartidas durante el intenso curso. Desde este post
quiero dedicar todo mi agradecimiento a mis colegas de mentoring en Santiago de
Chile, personas de una gran calidad humana y profesional.
Imágenes del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini y del área de Emprendedores de la Fundación para el Conocimiento Madri+d
La confianza en una persona, en un país,
empresa o institución es un activo intangible de gran calado en cuanto a su
influencia y valor social con repercusión a nivel económico.
Entre las definiciones de confianza que muestra el diccionario de la RAE encontramos una que dice: “la esperanza firme que se tiene de alguien o algo”.
¿Y, cómo podemos valorar la confianza en relación con la
esperanza?
Ambos conceptos en sí
son abstractos e intangibles. Lo que no cabe duda, en mi opinión, es que en
esta relación no existen demasiados matices intermedios. O tenemos confianza en alguien o algo o no la
tenemos.
¿Qué elementos confluyen para
que tengamos o no confianza?
Claramente dos: razón y emoción.
Desde la perspectiva de
la sociología, así como desde enfoques filosóficos y psicológicos, se considera
la confianza como creencia u opinión sobre una persona o institución, que nos
indica que serán capaces de obrar de manera adecuada ante determinadas
circunstancias. Es decir, buscamos argumentación racional que valide aspectos
emocionales.
Desde hace unos años
estamos asistiendo a una perdida generalizada de confianza en los gobernantes,
los líderes políticos, las instituciones y las empresas. Factores como la falta
de escrúpulos, la ambición desmedida, la corrupción, la crisis económica, los
recortes y las estrategias cortoplacistas de rendimientos grupales y económicos
a toda costa, sin considerar el bienestar
general y sostenible explican, entre otras razones, que la confianza, ese valor
intangible tan importante para las relaciones humanas y sociales a todos los
niveles, se esté perdiendo a pasos agigantados.
A escala mundial y
nacional, la falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace por
parte de gobiernos, partidos políticos, empresas y otros tipos de instituciones
es de tal magnitud que ciudadanos, consumidores, clientes, empleados y usuarios
estamos desarrollando emociones como enfado, apatía, incredulidad.
En definitiva… ¡¡¡desconexión!!!
El impacto creciente
de las redes sociales en la generación de tendencias de opinión y hábitos de
actuación en la población ha hecho que cada vez más las organizaciones
–públicas y privadas- mencionen la confianza en sus mensajes. El problema real
de la falta de confianza es que las actuaciones y hechos políticos y
empresariales van por un lado y la comunicación va por otro.
Según el informe KPMG de Tendencias en 2017 los activos intangibles suponían un 80% del valor de las empresas cotizadas. Aspectos como la innovación o la reputación constituyen elementos clave frente a la importancia dada a los activos tangibles, físicos y financieros.
Ahora bien, la
confianza no se crea de forma instantánea, sino que debe construirse paso a paso
sobre bases muy sólidas, coherentes y sostenidas en el tiempo.
La confianza es muy difícil de ganar. Sin embargo, es muy
fácil de perder.
¿Qué ha ocurrido para que la confianza sea un valor cada
vez más en alza?
Por algo tan simple
como es la ley de oferta y demanda.
El índice de agilidad competitiva elaborado por Accenture en 2018 para medir la confianza refleja claramente que es un componente clave. Tras analizar más de 7.000 empresas durante más de dos años, se observó que más de la mitad tuvo una pérdida relevante de confianza, lo que supuso una caída de 2 puntos en dicho índice o el equivalente medio de un 5,8% en el crecimiento de los ingresos.
Vídeo de Accenture España
La gestión de la
confianza, según Accenture, debe formar parte de la estrategia de negocio
basada en los siguientes pasos:
Medir el nivel de confianza de la
empresa, es decir, trasladar las opiniones a cifras.
Hacer de la confianza un cimiento
cultural empresarial a todos los niveles desde los altos cargos directivos.
Considerar la confianza como ventaja
competitiva sostenida a medio y largo plazo, frente a políticas cortoplacistas
que ponen en peligro el crecimiento.
En definitiva, la
gestión de la confianza y de la reputación se basa en un marco ético y real de
valores humanos. Se trata de sembrar y mantener actitudes honestas con foco
sostenido en el crecimiento y bienestar general a medio y largo plazo no sólo
en las empresas, sino en el resto de instituciones de la sociedad, gobiernos,
partidos políticos, …..
El cerebro está intacto, mantiene las funciones cognitivas, pero el cuerpo no recibe las órdenes debido a lo que se conoce como “locked in syndrom” o “síndrome del cautiverio”. Se trata de un derrame cerebral, concretamente en el bulbo raquídeo que provoca que el cerebro y el cuerpo no puedan comunicarse.
Las graves lesiones en el tronco cerebral interrumpen las conexiones entre
el cerebro y el cuerpo, paralizando los movimientos voluntarios. Sólo puede existir,
a veces, un último resquicio de los movimientos reticulares. La persona queda así
encerrada dentro de un cuerpo que no responde a su propia voluntad.
Esta es la sobrecogedora experiencia que vivió
Jean Dominique Bauby, un hombre famoso por su actividad en el periodismo y,
especialmente, por ser editor de la revista Elle.
La vida de Bauby sufrió una gran
transformación el 8 de diciembre de 1995 a raíz de un grave accidente cerebro
vascular que le sumió en un coma profundo. Al despertar, semanas más tarde, su
cuerpo estaba totalmente paralizado: no podía moverse, comer, ni tragar por sí
mismo. Pero sus facultades mentales seguían intactas.
Sus pensamientos, recuerdos, emociones y vivencias
interiores le mantuvieron totalmente consciente de la nueva realidad y de todo
lo que sucedió en esa última etapa de su vida en el hospital de Berck, próximo
a París.
Podía ver, oír,
comprender, recordar, emocionarse, imaginar, pensar, pero no podía hablar ni
escribir. Su único “medio de comunicación” con el exterior era su ojo
izquierdo. A través de parpadeos logró comunicarse con algunas de las personas
que estuvieron con él en esos momentos tan duros.
De esas extrañas conversaciones -mediante parpadeos y seleccionando letra a letra para formar palabras-, surgió el libro Le Scaphandre et le Papillon, en español “La escafandra y la mariposa”. Bauby comparte su intenso mundo interior… Pensamientos, reflexiones, angustias y confesiones quedaron impresas en sus páginas.
Sobrellevó su asfixiante parálisis dejando volar su imaginación:
se veía encerrado dentro de una escafandra de buceador, mientras que su mente y
su memoria eran la mariposa que volaba en libertad, alcanzando horizontes más
allá de lo real.
Con este titánico esfuerzo y una admirable tenacidad
y espíritu de superación, Bauby rompió su muro de silencio, se sobrepuso a la compasión
propia y de los demás. Logró que sus reflexiones no quedaran sólo para él, sino
que encontró el modo de compartirlas con todos los demás, escapando de su
“prisión” y ampliando los límites físicos de su dimensión humana.
Murió poco después de saber que su libro, publicado en 1997, se convirtiera en un gran éxito de ventas que fue versionado por el director de cine Julian Schnabel en The diving bell and the butterfly. This isn`t the end .
Imagen de J.D.
con sus hijos. The Independent
“Una
carrera cuyo resultado se conoce… las oportunidades que no has querido
aprovechar, los momentos de felicidad que has dejado escapar…” son algunas reflexiones
que nos deja Bauby en el mayor viaje –a su mundo interior- que realizó durante
su vida estando inmóvil.
En Píldoras de inspiración comentamos la historia de un niño prodigio que, con apenas quince años y a partir de piezas de aparatos electrónicos desechados, diseñó un generador eléctrico que mejoró mucho las condiciones de vida en un barrio de Freetown, Sierra Leona.
Este joven africano de 23 años vivió en un ambiente de fama asfixiante y escapó de la maraña de adulación y compromisos del éxito para reorientar su vida.
Kelvin Doe – Youtube
Kelvin Doe nació en Sierra Leona y saltó a la fama alrededor de 2010. Hijo de una familia muy pobre recogía utensilios electrónicos desechados en los vertederos con los que pudo hacer un generador eléctrico para ayudar al poblado donde vivía. Su interés por estos aparatos y la búsqueda en libros le permitió montar su propia emisora de radio… ¡¡¡cuando tenía tan sólo 15 años!!!
Conocido como DJ
Focus, emitía sus canciones favoritas y partidos de futbol.
Fue invitado a
participar en el Programa de estudiantes visitantes del MIT, a dar una charla
TED en Harvard, creó una empresa para construir paneles solares con wifi que
llevaran internet y electricidad a los poblados de Sierra Leona, se reunió con varios
políticos de renombre internacional, recibió premios….
La fama de este chico prodigio se viralizó hasta que sintió que eso lo asfixiaba y le condicionaba su propia vida. Decidió entonces… “desaparecer”
Como Kelvin contaba el año pasado en una entrevista para un canal de TV (KTVSL) de su país, desde que tenía 18 años sentía que vivía aprisionado, sin timón y empujado de un proyecto a otro. Todo sonaba grande y muy bonito, también seguramente estaría basado en las mejores intenciones… pero parecía que condenado al fracaso desde el inicio. Aquella atmósfera era una mezcla de mito, realidad y mucha confusión para él.
De hecho, llegó a
sentirse utilizado por su alto perfil mediático para vincular su caso personal con
cuestiones políticas relacionadas con la mejora de la educación en África.
Decidió vivir en
Toronto para conseguir una mejor educación que le ayudara en su futuro. Si no
la conseguía, según él mismo decía, sólo sería un chico que encajaba piezas
electrónicas con cinta adhesiva en un garaje. Su éxito sería fugaz y no tendría
un futuro relevante ni podría ayudar a nadie.
Afortunadamente,
Kelvin encontró un buen equipo de mentores en Canadá que le ayudaron a encontrarse a sí mismo, gestionar sus
finanzas, volver a sentirse una persona “normal”. También le facilitaron algo
de dinero para sus estudios en la universidad.
Hace menos de un año
Kelvin estaba preocupado por cómo podría afrontar los gastos de su formación
universitaria, enviarle algo de dinero a su madre y continuar su propio
emprendimiento para innovar e inventar objetos adecuados que ayudaran a los
pobres de Sierra Leona. Buscaba apoyo de personas u organizaciones que
quisieran hacer las cosas bien cuando “nadie miraba”. Aquellos que no querían
nada de él, a excepción de poner el foco en su educación primero y quisieran lo
mejor para este joven estudiante y su país.
Y ¡!lo consiguió!!
Ahora está más cerca de hacer realidad sus sueños.
Sin duda alguna, el
ejemplo de Kelvin es inspirador desde varias perspectivas, no sólo por su
habilidad creativa e innovadora, sino también por su humildad y la solidaridad
con la que ayuda a la población de su país a mejorar sus condiciones de vida al
facilitarles el acceso a electricidad e internet… Pero, muy especialmente por
haber encontrado el sentido a su vida a tan joven edad, tener esa especie de
“brújula interior” que le ayudó a desprenderse de la “burbuja” de la fama y reencontrar
el camino para lograr sus objetivos iniciales.
En la pasada Píldora de inspiración hablamos sobre el fracaso como la frustración por no alcanzar un objetivo o no lograr un desempeño acorde con determinadas expectativas. La percepción del fracaso está condicionada por diferentes estándares, valores o sistemas de pensamientos por los que nos guiamos. Por eso, un fracaso para una persona puede ser una gran experiencia de aprendizaje para otra.
En nuestra sociedad estamos acostumbrados a hablar sobre “casos de éxito” o “personas de éxito”. Pero esto ¿siempre es así?
Nos molesta hablar de
fracasos y mucho más aún de miedo al fracaso. Sin embargo, ocultar algo que no
nos gusta no ayuda a resolverlo. Es bueno ponerlo encima de la mesa para
analizarlo y encontrar las claves para su superación.
Primero tenemos que conocer
las posibles causas del miedo al fracaso:
La excesiva crítica o falta de
comprensión por parte de los padres durante la infancia puede acarrear estos
sentimientos negativos a la etapa adulta
La experiencia de algún momento
traumático en nuestra vida puede hacer que este miedo se mantenga durante años
También una baja autoestima por
compararnos con los demás, preocuparnos excesivamente, enfocarnos en lo negativo
o ceder a los deseos de los otros pueden ser motivos de este tipo de miedo
Ahora bien, tan
importante como saber las posibles causas es poder identificar las señales que
marcan ese miedo para gestionarlo de forma adecuada.
¿Cómo lo
identificamos?
Reticencia a probar nuevas formas
de hacer las cosas o afrontar proyectos desafiantes
Auto sabotaje y excesiva ansiedad
Diálogo interior con pensamientos
negativos sobre sí mismo
Exceso de perfeccionismo
En todo lo que hacemos
existe siempre una probabilidad de fallo. Afrontarlo y aceptarlo como tal no es
sólo una prueba de coraje, sino también es toda una actitud positiva que nos
permite una vida más plena y gratificante.
¿Qué podemos hacer
para gestionar el miedo al fracaso y minimizar sus efectos?
Analizar los posibles escenarios,
incluso el peor, y los resultados que podríamos tener en cada uno de ellos
Pensar en positivo para aumentar
la autoestima y vencer el auto sabotaje
Tener un plan “B” para ganar confianza
y anticiparnos al miedo ante la incertidumbre
Establecer metas pequeñas y
alcanzables que impulsen a la acción y a elevar también la confianza en uno
mismo.
Visualizar cómo nos sentiríamos,
qué pensaríamos habiendo vencido ese miedo
John Caunt -en su
libro “Eleve su autoestima”- propone algunas técnicas para fortalecer nuestra
mente y nuestra actitud hacia el fracaso, entre las que destacan:
Reconocer y hacer un listado de
nuestras cualidades positivas
Relacionarnos con personas
positivas
Aceptar lo que no podemos cambiar
Dejar de compararnos con los demás
Saber decir “no”
Todos hemos tropezado
y tropezaremos a lo largo de nuestra vida. Hemos tomado y seguiremos tomando
decisiones equivocadas. Pero eso no significa que debemos pararnos… Es muy
importante pensar en todas las oportunidades que perderíamos si permitimos que
los fracasos y las caídas nos detengan.
No somos víctimas de
las circunstancias, sino responsables de nuestras decisiones y acciones.
Tenemos la libertad de elegir cómo pensar y qué actitud tomar.
Podemos elegir ver el
fracaso como el fin del mundo o, por el contrario, elegir ver el fracaso como
una experiencia de aprendizaje, como una lección muy importante para nuestro
crecimiento y para evitar caer en el mismo error de nuevo.